El médico Javier Arranz, portavoz del Comité de Enfermedades Infecciosas de Balears, afirmó en la entrevista que publicó Periódico de Ibiza y Formentera ayer que «no hemos sido capaces de conseguir y limitar la entrada a las Islas de personas que venían de países y zonas donde el virus se estaba transmitiendo». Tras subrayar que «hay que hacer autocrítica», admite que han faltado controles y un mejor seguimiento: «si hubiéramos controlado mejor la entrada de personas de Cataluña, Aragón y de otros países, habríamos evitado una ola tan intensa como la actual». Precisa Arranz que «no estamos hablando de turistas, sino de estudiantes que han venido de Madrid o de Barcelona, de gente que vive aquí pero que venían de Bolivia, Ecuador, Colombia, que han reintroducido bastante cantidad de virus en una zona que estaba controlada y que tenía un nivel bajo de transmisión».

Armengol vetó la propuesta.
La clave de la segunda ola de la COVID en Balears -confirmada el 24 de agosto- se ha producido por la falta de controles en los aeropuertos y porque no se autorizó la cuarentena para quienes llegasen de zonas y países de riesgo junto con medidas de autoaislamiento y también un mejor seguimiento. A pesar de que «habría sido una acción buena para la Comunidad, factible, correcta y comprensible», la presidenta del Govern, Francina Armengol, la vetó anteponiendo la economía a la seguridad sanitaria, ya que no solo habría frenado la llegada de turismo nacional sino que habría enviado un mensaje contrario al mantra de que éramos un destino seguro. Y ahora pagamos las consecuencias.

Unas tensiones lógicas.
La confrontación entre economía y salud está presente desde que se empezaron a dictar medidas restrictivas. En la misma entrevista, Arranz admite que el cuerpo le pide cerrar el interior de los restaurantes y que hacerlo es mucho más efectivo en la lucha contra los contagios que obligar a llevar mascarilla por la calle o prohibir fumar en todo el espacio público, pero que comprende que no se pueda. Admite algo que nadie discute: «La parte técnica lucha contra la realidad de los políticos».