El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presentó ayer –con una efectista puesta en escena– el Plan de Recuperación, Transformación y Resilencia de la economía española valorado en 72.000 millones de euros con fondos procedentes de la Unión Europea. La ejecución de este proyecto supondría un incremento del 2,5 % anual del PIB y la creación de 800.000 puestos de trabajo en 2023. La propuesta gubernamental abarca importantes inversiones estratégicas en energía, educación, transformación digital, modernización de la administración y protección del medio ambiente; entre otros.

Fondos europeos.
El plan del presidente Sánchez se sostiene con las aportaciones de los fondos europeos asignados a España, que se quieren destinar a una «nueva modernización» del país. En las actuales circunstancias, la economía española requiere de todo tipo de apoyos para tratar de superar la crisis derivada de la pandemia de la COVID-19. Debido, precisamente, a una coyuntura tan adversa, es preciso huir de las declaraciones voluntarias y grandilocuentes, España necesita generar riqueza para reactivar el empleo y evitar la destrucción de las empresas. Este debería ser el objetivo inaplazable del Gobierno sin que ello signifique la rechazar la conveniencia de que se sienten las bases de cambios económicos estructurales, cuyo éxito siempre queda a expensas de las leyes que marca un mercado cada vez más abierto.

Relato completo.
La iniciativa de Pedro Sánchez adolece de una cuestión insoslayable: cómo y cuándo podrá devolver España tal cantidad ingente de ayudas europeas. El presidente no puede ocultar a los ciudadanos aspectos tan relevantes como éstos, por duros que puedan llegar a ser. En estos momentos no puede jugarse al tactismo efectista, hay que lanzar mensajes diáfanos; así se valoran los auténticos líderes.