Ibiza y Formentera, al igual que el conjunto del Estado, afronta la próxima campaña de vacunación contra la gripe con la amenaza de escasez de dosis. El impacto de la pandemia por coronavirus ha dado al traste con todas las previsiones de producción de los laboratorios, las cuales son cursadas con un año de antelación. El Ministerio de Sanidad, así como las consejerías de las diferentes autonomías han acaparado las existencias de un medicamento cuya venta ha quedado vetada en las farmacias; la medida tiene por objeto garantizar la atención de los grupos de riesgo en unas circunstancias tan especiales como las actuales y el efecto multiplicador de los contagios por la COVID-19.

Monopolio público.
Según el esquema inicial de la campaña de vacunación, ésta ha quedado monopolizada por la red de la sanidad pública. Los ciudadanos que lo deseen no podrán adquirir el medicamento en las farmacias, una restricción que se amplía a las vacunaciones que ofrecían las empresas a sus trabajadores. Sólo los colectivos considerados de riesgo podrán acceder a la prescripción de este medicamento, una medida que cabe considerar insólita ya que también puede acabar generando situaciones cotidianas conflictivas. Las autoridades sanitarias deberán ser muy cautelosas en la gestión en la hipótesis de que se dispare una demanda no prevista, ya que en los tiempos actuales hay una indudable sensibilidad ciudadana añadida en todo lo relacionado con la salud.

Garantía en Balears.
La Conselleria de Salut también ha hecho acopio de vacunas, un suministro que cuenta con el aval del Ministerio de Sanidad. Queda por delante la compleja tarea de evitar el alarmismo injustificado para no añadir más estrés y tensión a los complicados momentos que vive la sociedad balear como consecuencia de la pandemia; todo un reto para los actuales responsables institucionales.