Las instalaciones de autoconsumo energético, por medio de placas solares, ganan adeptos en Baleares de una manera casi exponencial. La reapertura de las subvenciones públicas en los últimos años, junto con el aliciente de la rebaja en el importe de la factura eléctrica, ha animado tanto a particulares como empresas a invertir en esta propuesta; considerada como de futuro para los expertos. El proceso actual confirma que con una apuesta decidida desde las instituciones, favorecida tras la supresión del llamado ‘impuesto al sol’ del anterior Gobierno, y un elevado grado de eficiencia técnica la aplicación de las energías renovables gozan de un importante grado de aceptación popular.

Facilitar las subvenciones.
En el contexto actual hay, sin embargo, un factor determinante para mejorar, todavía más, las expectativas del autoconsumo energético. Los organismos públicos implicados deberían agilizar los trámites para acceder a las líneas de promoción, la burocracia que se exige todavía tiene un efecto disuasorio entre los potenciales usuarios de este tipo instalaciones; un mal que puede extenderse a otras iniciativas en los que esté involucrada la Administración. Promover medidas contra el cambio climático debe incluir una simplificación de su accesibilidad, un valor que los usuarios demandan con insistencia.

Conciencia medioambiental.
Baleares es una región idónea para hacer atractivo el autoconsumo de energía, cuyo crecimiento en las próximas décadas ya no se cuestiona. Mientras en el terreno de los particulares y empresas avanza de manera firme esta opción, resulta llamativo que las instituciones apenas sirvan de ejemplo ciudadano. Los grandes edificios, instalaciones e infraestructuras públicas son espacios idóneos que en estos momentos están desaprovechados para ampliar la generación de energía sin apenas impacto ambiental. Hay que predicar con el ejemplo.