La moción de censura contra el Gobierno presentada por Vox y que comenzará a debatirse hoy en el Congreso de los Diputados, cuyo fracaso está asegurado, puede suponer un punto de inflexión para el Partido Popular, y en especial para su presidente, Pablo Casado. El movimiento del grupo que lidera Santiago Abascal sitúa a los conservadores en una auténtica encrucijada política, un instante en el que puede quedar condicionado el futuro de ambos partidos en lo que queda de legislatura. El secretismo del PP sobre su postura final en las votaciones revela lo delicado del momento.

Alianzas institucionales.
Casado es consciente de que su voto puede condicionar algunos gobiernos locales, incluso autonómicos. Vox trata de presionar para seguir erosionando la posición hegemónica del PP en el espacio ideológico de la derecha, un campo en el que el papel de Ciudadanos parece que se va desdibujando a tenor de las últimas encuestas electorales. En esta pugnas, el debate de estos días en el Congreso será decisivo, plantear formulaciones propias e independientes por parte de Casado frente a Abascal, para erigirse en la úlnica alternativa a la izquierda gobernante, es el gran reto que debe resolver esta moción.

Un momento inadecuado.
El movimiento de Vox sólo puede explicarse en el actual contexto de crispación política en el que se encuentra España, la situación derivada de la crisis sanitaria generada por la pandemia de la COVID-19 desaconseja un cambio de Gobierno; en ningún otro país europeo puede encontrarse una reacción similar. En este contexto, la ofensiva de Vox se estrellará contra el bloque que apoya al Gobierno; aunque sea por una mera cuestión de antagonismo ideológico. Los números no salen, como advierten desde el primer momento desde el PP. La clave está, por tanto, quién y de qué modo rentabilizará la representación en el Congreso.