La alarma ha saltado en la última semana por el crecimiento de contagios de coronavirus en Mallorca y en Formentera, donde un brote de ámbito social y familiar detectado esta semana ya deja 27 casos activos relacionados con el mismo acto social (en total, en la pitiusa sur hay 39 personas con el virus activo). La presidenta de Formentera había pedido formalmente al Govern un cambio de fase. Esta petición ha sido atendida y Formentera pasa de la fase 1 a la 2, que es en la que se encuentra Ibiza, a partir de este próximo martes día 22. Tanto Pilar Costa como la presidenta del Consell de Formentera, Alejandra Ferrer, pidieron ayer máxima prudencia y prevención a los ciudadanos de Formentera. Y es que la rápida escalada de contagios esta semana es la muestra perfecta de que sigue existiendo la transmisión comunitaria y que ésta avanza de manera veloz. La situación es igualmente preocupante en Mallorca, cuya expansión del virus ha disparado las cifras de Baleares en su conjunto, situando a las Islas como el territorio con más incidencia acumulada a 14 días (328 casos por cada 100.000 habitantes).

Sanciones más duras.
El Govern ha endurecido las sanciones por no cumplir las normas anticovid en el nivel 4. Así, a partir de esta semana que entra las infracciones leves pasan a ser graves con multas de 3.001 euros a 60.000 y las graves pasan a ser consideradas muy graves con sanciones de 60.001 euros a 600.000 euros. En este sentido, incumplir los límites de aforo u organizar fiestas o reuniones en las que no se respeten las medidas sanitarias estará sancionado con multas de hasta 600.000 euros.

Mucho en juego.
En las tres próximas semanas de Navidad y Reyes Magos hay mucho en juego. Lo principal es proteger la salud y salvar vidas y, para ello, es necesario que la ciudadanía sea consciente y responsable de sus actos. A la protección de la salud se suma el mantenimiento de la economía. El pequeño y mediano comercio y la hostelería que abren todo el año están haciendo verdaderos equilibrios para no cerrar sus negocios. A ello se suma que Baleares, y en especial las Pitiusas, no pueden permitirse el lujo de llegar a marzo o abril con un nuevo confinamiento encima o con una elevada incidencia del virus, pues está en juego que la temporada turística sea de seis meses, arrancando en mayo que es el escenario más realista que maneja el Consell d’Eivissa, o de tres o menos meses, que sería el peor de los pronósticos y que muchos empresarios y trabajadores no podrían soportar.