La titular de la Conselleria de Salut, Patricia Gómez, se vió ayer en la obligación de exigir ante el Ministerio de Sanidad que resuelva el retraso en la llegada de las vacunas anticovid, hasta ahora sólo las de Pfizer, a Baleares. El envío correspondiente a esta semana llegará hoy a Ibiza, cuando la previsión era que fuese cada lunes. La razón esgrimida para justificar la demora son los efectos de la borrasca Filomena, la cual –al parecer– ha generado problemas logísticos insalvables para su distribución. La respuesta de la consellera demuestra de que los argumentos no han convencido, más teniendo en cuenta la delicadísima situación que viven las Islas como consecuencia de la expansión de la pandemia, lo que ha motivado un alud de críticas a la gestión del Govern en este asunto.

Todos los medios.
Resulta inexplicable y poco creíble que la borrasca Filomena haya sido la causa del retraso, ya que el Estado dispone de recursos suficiente para el envío de las mismas, tal como se hizo en la propogandística primera entrega. Esta falta de diligencia por parte del Gobierno ha obligado a que, en el caso de las Islas, se haya tenido que recurrir a las dosis que se habían reservado para la segunda vacunación del personal de los centros sociosanitarios. Mantener el calendario de vacunación, incluso acelerarlo, es esencial por sus consecuencias sanitarias y económicas y hubiera sido inadmisible que se hubiera frenado el escuálido ritmo de vacunación a causa de la incapacidad de Madrid.

Preocupación turística.
El sector turístico no oculta su preocupación por la lentitud con la que Baleares está realizando su campaña de vacunación, entre otras razones por la escasez de viales –es la última autonomía del Estado en relación con el número de habitantes–. La seguridad sanitaria es la única baza frente a los destinos competidores, una carrera que ya se ha iniciado y en la que llegar tarde empeorará, todavía más, la debilidad de nuestra economía.