El portavoz del comité autonómico de enfermedades infecciosas, organismo dependiente de la Conselleria balear de Salud, Javier Arranz, ha descartado esta semana una rebaja en el nivel de las restricciones en Baleares a pesar de la disminución de la incidencia del coronavirus de forma lenta en cada una de las islas. La cifra de contagios ha descendido de una manera notable en los últimos días, pero la situación en los hospitales dista mucho de ser óptima. Las camas ocupadas no dejan de aumentar; en especial, en las UCI, donde se agolpan los pacientes más críticos. Con este escenario, el Govern defiende mantener los actuales recortes que afectan tanto a la restauración como al comercio.

Evitar los errores.
El anuncio de Arranz es un auténtico jarro de agua fría para sectores clave de la economía balear. Prolongar las restricciones en bares, restaurantes, establecimientos comerciales... y mantener el toque de queda supone alargar el paquete de medidas que está logrando contener los contagios pero, y ello resulta innegable, con un elevado coste económico y social para las empresas y las familias. Aunque resulta difícil de asumir, es preciso evitar los errores que se cometieron antes de las fechas navideñas. Una desescalada precipitada tiene un coste irreparable en vidas humanas, pero también prolonga la agonía económica de Baleares.

Garantizar la temporada.
En la actual coyuntura es imprescindible afrontar la temporada estival con unas Islas ‘limpias’ de coronavirus para así garantizar que son un destino seguro. Es preciso aprovechar estos meses en los que apenas hay demanda turística para planificar una campaña de vacunación que certifique que las Islas son un destino con poca incidencia de covid y un destino seguro para nuestros principales mercados emisores, incluyendo la demanda nacional. No se puede volver a jugar con fuego, aunque para ello es preciso ir más allá del mantenimiento de las restricciones. El Govern debe ser más reivindicativo con la llegada de las vacunas.