Lo ocurrido ayer en Vila, con el cúmulo de denuncias por fiestas ilegales en viviendas privadas y la agresión a un agente de la Policía Local, son comportamientos aislados en medio de la pandemia, a pesar de que todavía se mantienen los reiterados llamamientos a la prudencia frente a la COVID-19. El hacer caso omiso a las advertencias no cede y durante estos días está siendo más que evidente un relajamiento en las medidas de prevención frente a los contagios por parte de muchos ciudadanos: el uso de la mascarilla o la distancia social se ha olvidado para aprovechar al máximo estas jornadas de asueto.

Las advertencias de los expertos.
Los expertos y las autoridades sanitarias han dejado claro el momento crítico en el que se encuentra el control de la pandemia, tanto en Balears como en el resto de España. Un repunte exagerado de los contagios puede dar al traste con los planes de vacunación y volver a poner en peligro el sistema sanitario. Los efectos sobre la economía de una cuarta ola descontrolada serán devastadores, y más a las puertas de la temporada turística. Lo ocurrido en las pasadas fiestas navideñas es un claro ejemplo de la facilidad con la que crece la cifra de infectados y lo costoso que es reducirlas. Con un panorama así es, en la práctica, imposible lograr ser un destino turístico seguro. Es imprescindible recuperar la sensatez para alcanzar la ansiada meta de la normalidad.

No hay excepciones.
Esta relajación, sobre la que no faltarán estudios sociológicos que la expliquen, no es un patrimonio exclusivo de Balears. Estos días también son numerosas las imágenes de concetraciones multitudinarias en otras capitales españolas, pero también europeas, en las que la policía ha tenido que intervenir con contundencia para disolverlas. El hastío se adueña de capas cada vez más amplias de la población mientras se espera la ansiada llegada de la vacunación masiva.