La decisión de Marruecos de permitir, cuando no alentar, la entrada masiva de inmigrantes, no solo de su nacionalidad, a nado a través de la costa de Ceuta, y también a través de la desafiante apertura de la frontera, está provocando una situación de emergencia nacional en la ciudad española del norte de África. El Gobierno ha reaccionado al conflicto más grave entre ambos países desde la ocupación del islote de Perejil desplegando al Ejército, con un pertinente viaje urgente del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y del ministro del Interior, Fernando-Grande Marlaska y llamando al Rey Felipe VI, al líder de la oposición, Pablo Casado, y a la Unión Europea para informar de la situación.

Demostración de fuerza.
Las demostraciones de fuerza del reino alauita son recurrentes y, por lo tanto, sorprende que ésta haya cogido desprevenido al Gobierno, máxime después de las advertencias de las últimas semanas por haber acogido al líder del Frente Polisario, Brahim Gali, hospitalizado bajo identidad falsa en un hospital de Logroño, a petición del gobierno argelino. La crisis diplomática, además, empeora con la llamada a consultas de la embajadora marroquí en Madrid, Karima Benyaich, si bien a última hora de ayer Marruecos selló la frontera. España debe proteger las fronteras con Marruecos de Ceuta, Melilla y Canarias para evitar que el caos actual que está provocando la invasión, no puede calificarse de otra manera, de miles de inmigrantes ilegales vaya a más. De momento, el Gobierno está procediendo a la devolución en caliente, de la que renegaba cuando estaba en la oposición, de miles de inmigrantes, lo que está evitando que la situación de inestabilidad empeore todavía más.

La tentación marroquí y la respuesta de la UE.
Es muy preocupante que se esté produciendo un movimiento en las redes sociales que alienta a la población marroquí a reproducir la Marcha Verde que, aprovechando la debilidad del franquismo, forzó la salida de España del Sáhara, una de las fuentes del conflicto, junto a la reclamación de la soberanía de las plazas africanas. España debe resolver este conflicto por la vía diplomática y contar con el apoyo de la UE.