La supresión de las restricciones más importantes en Gran Bretaña, relacionadas con la COVID, anunciadas por el premier Boris Johnson han disparado las reservas del mercado británico hacia Baleares. Otro tanto se espera que ocurra en el transcurso de la próxima semana con el otro gran mercado emisor, Alemania. Recuperar la movilidad de las personas da la impresión de que es una norma que se implantará de manera casi irreversible en pocos meses, hay un hastío ciudadano generalizado al que los gobiernos europeos parecen estar obligados a dar respuesta; siempre que la situación sanitaria se pueda considerar controlada.

Buenas perspectivas para las Islas.
La previsibilidad es uno de los factores determinantes para la recuperación del turismo hacia Baleares. Las incertidumbres sobre las condiciones del viaje frena las reservas, circunstancia que resuelve Gran Bretaña junto con otros países en un plazo relativamente corto, el suficiente para afrontar la temporada media y alta dentro de un margen temporal aceptable; más teniendo en cuenta que este año la Semana Santa no llega hasta el próximo mes de abril. El impacto más inmediato será la apertura de los primeros establecimientos en las Islas, una vez se asegure la conectividad aérea.

El nubarrón de Ucrania.
Como siempre ocurre en esta situaciones, las proyecciones a futuro no pueden calcular todos los factores. En la coyuntural actual no cabe duda que mientras la pandemia de la COVID tiende a remitir quedan abiertas las consecuencias del, todavía hipotético, conflicto entre Rusia y los países occidentales a cuenta la invasión de Ucrania. De momento la tensión en estos momentos es dialéctica, una partida de ajedrez en la que hay más intereses geoestratégicos y económicos que una voluntad real expansionista de Rusia. A tenor del comportamiento del turismo no hay intención de que se vaya a renunciar a unas vacaciones al sol.