El Partido Popular ganó ayer las elecciones autonómicas en Castilla y León, pero sin alcanzar la mayoría absoluta. Arrebató la posición de primera fuerza política al PSOE, que retrocede al perder siete escaños; y Alfonso Fernández Mañueco necesitará a Vox para volver a ser investido presidente y garantizar la gobernabilidad de la Junta. Los resultados electorales consolidan al partido de Santiago Abascal, que registra un gran crecimiento y es el ganador de estas elecciones anticipadas al obtener doce procuradores. La izquierda queda sin opciones de formar gobierno por el avance del PP, que supera el candidato socialista y anterior ganador de las elecciones en esta comunidad, Luis Tudanca. Ciudadanos sufre otro batacazo en su camino hacia la irrelevancia. Los electores vuelven a castigar al partido de Inés Arrimadas por sus bandazos ideológicos y mensajes erráticos.

Estrategia de Pablo Casado.
El presidente de la Junta de Castilla y León, Fernández Mañueco, rompió en diciembre pasado el pacto de coalición autonómico que había suscrito en 2019 con Ciudadanos y anunció la convocatoria anticipada de elecciones. El mandatario popular atribuyó a Cs la responsabilidad de que los Presupuestos autonómicos no se hubiesen podido aprobar. Pero a nadie escapa que estas elecciones anticipadas responden a una estrategia de Pablo Casado para mantener la tensión durante el 2022, que continuará con una convocatoria similar en Andalucía.

Vox, formación decisiva.
Vox, que pasa de un escaño a trece, se convierte en formación decisiva para la gobernabilidad de la región porque la suma de PP y Vox alcanzaría los 44 diputados regionales, tres por encima de los 41 que marcan la mayoría absoluta. El cambio más relevante consiste en que en Castilla y León, el PP pasará de gobernar con Ciudadanos a depender de Vox. Hay precedentes de acuerdos en Murcia y Andalucía. Ahora se sabrá si Vox exige entrar en el gobierno.