El aterrizaje ayer del vuelo de United Airlines en el aeropuerto de Palma, procedente del aeropuerto de Newark en Nueva York, supone la culminación de una vieja aspiración del sector turístico balear por lo que representa la apertura a uno de los mercados emisores más potentes del mundo. Los tres vuelos semanales programados por la compañía aérea hasta finales del mes de septiembre serán, sin duda, una experiencia de enorme valor para su continuidad en los próximos años o el estudio de su ampliación. La demanda inicial invita al optimismo gracias, entre otras razones, a la diversidad de fórmulas para atraer pasaje debido, entre otros motivos, a la posibilidad de las conexiones con el tráfico de cruceros en el puerto de Palma.

Un mercado atractivo

El turismo norteamericano se caracteriza por su importante capacidad de gasto y el interés por el segmento de máxima calidad, tanto en la oferta de alojamiento como la complementaria. Estamos, por tanto, más allá de caricaturas oportunistas, ante la posibilidad de abrir un flujo de visitantes que encaja a la perfección con lo que se considera el objetivo de futuro para nuestra industria turística. El que las cifras actuales sean casi testimoniales, los vuelos de United Airlines son un punto de partida que merece ser tenido en cuenta y hacer los esfuerzos necesario para que no se convierta en una experiencia fallida.

La larga distancia

El vuelo directo entre Nueva York y Palma pone las Islas entre los destinos turísticos de larga distancia, una opción siempre acariciada con interés aunque no ha llegado a cuajar por distintos motivos. La cuestión ahora es, por tanto, consolidar la oferta de United Airlines y tratar de ampliarla en la medida de lo posible. Baleares tiene suficientes atractivos paisajísticos, culturales, de ocio y gastronómicos para hacerse con un nombre propio en los Estados Unidos. El esfuerzo vale la pena.