El Govern ha impuesto multas de hasta 60.000 euros a los jóvenes que participaron en un botellón celebrado en una playa de Formentera durante la pandemia. La consellera de Presidencia, Mercedes Garrido, ha defendido las sanciones recordando que fueron impuestas en un momento de «máxima alerta sanitaria», cuando las UCI de los hospitales de las Islas estaban «llenas de enfermos de COVID». Garrido también ha subrayado que el botellón congregó a 200 personas cuando «había restricciones, de salir a la calle» y con «máxima alerta sanitaria».

Dudas sobre las multas

La declaración de los estados de alarma por parte del Gobierno central habilitó, sobre todo en la segunda etapa, a las comunidades autónomas para fijar limitaciones a los movimientos de los ciudadanos y para sancionar las infracciones con respecto a las medidas que hubieran dictado. El Tribunal Constitucional ha declarado inconstitucionales ambos decretos, que tuvieron como consecuencia la imposición de 1.142.127 multas en el primer caso y 226.296 en el segundo. Casi todas ellas se consideran nulas porque se basan en una decisión gubernamental que no se ajustaba a la Carta Magna. Por lo tanto, que el Govern ahora anuncie sanciones de hasta 60.000 euros a quienes participaron en el botellón podría perfectamente acabar en nada.

La ciudadana Armengol

Por otro lado, y sin negar la gravedad de lo que hemos pasado en los dos últimos años, la pregunta que debemos hacernos es qué legitimidad tiene el Govern cuando su presidenta, la socialista Francina Armengol, en los peores momentos de la pandemia protagonizó al menos un caso en el que se saltó las prohibiciones impuestas al resto de los ciudadanos. Solo la voracidad y una peculiar forma de entender lo público pueden justificar las multas que se pretende cobrar a quienes participaron en la cita festiva en Formentera. Algún día alguien tendrá también que explicar por qué con cifras menos catastróficas que las de Mallorca, Ibiza sufrió de forma especialmente sangrante el afán prohibicionista del Ejecutivo de Armengol.