Las políticas de ortodoxia económica que impone el Banco Central Europeo (BCE) para tratar de frenar la inflación están generando un efecto indeseado: el encarecimiento de los créditos hipotecarios. Los sucesivos aumentos de los tipos, que la presidenta Christine Lagarde ya ha anunciado que continuarán en los próximos meses, están teniendo un impacto inmediato en más del 72 por ciento de las hipotecas vigentes en España; aquellas que están vinculadas a la evolución del euríbor. Las sucesivas revisiones al alza suponen un serio varapalo para las economías familiares. En las más vulnerables, ya resulta imposible poder llegar a final de mes.

Enfriar la economía

Los diferentes factores que determinan la actual escalada inflacionista en el seno de la Unión Europea –la mayoría de los cuales tienen su origen en el conflicto bélico de Ucrania– han generado que el BCE haya optado por recurrir a una de las medidas más clásicas para enfriar la economía: subir los tipos de interés bancario para elevar el precio del dinero. A partir de ahí se ha desencadenado una espiral con efectos indeseados y el hundimiento de la economía de millones de familias. Frente a esta coyuntura, el acuerdo del Gobierno español y las entidades financieras, aprobado mediante un decreto ley del Consejo de Ministros, genera un nuevo escenario más amable; pero sólo el tiempo podrá determinar si se logran los objetivos deseados.

Evitar otro rescate

Todo indica que con los nuevos plazos de carencia y amortización, eje del acuerdo, el sistema financiero español ha querido soslayar un más que previsible incremento de la morosidad en los préstamos hipotecarios. La sombra de lo ocurrido en 2012 con el rescate de la banca ha pesado de manera decisiva para la búsqueda de fórmulas que minimicen las consecuencias de la subida de los tipos de interés, un bálsamo económico para miles de familias.