La prórroga acordada del convenio de Hostelería, que afecta a un total de 160.000 trabajadores en Balears garantiza la paz social en uno de los sectores más importantes para nuestra economía. Los fuertes incrementos salariales pactados, el 17 por ciento en cuatro años, han marcado un antes y un después en las relaciones entre empresarios y sindicatos. Los excelentes resultados de la campaña turística justifican con creces los aumentos retributivos de los trabajadores, los cuales han mejorado de manera muy notable su formación circunstancia que se ha traducido en la magnífica calidad global que ofrecen nuestros establecimientos.

Un ejemplo a seguir.
Entender que la obtención de beneficios no puede ser a costa de los recortes salariales ha supuesto un auténtico cambio de paradigma en la hostelería balear, una estrategia que debería tener un efecto de arrastre sobre el resto de la cadena productiva de Balears. La competencia basada, y menos en exclusiva, en precios bajos está siendo desterrada de los manuales de negociación turística con destino a las Islas. La diferencia con nuestros competidores en el Mediterráneo pasa por la calidad y ésta lleva aparejada la contratación de buenos profesionales. Esta temporada ha sido un claro ejemplo que el éxito turístico no es sólo una mera cuestión de precio, incluye muchos otros factores.

Cuando se impone la sensatez.
La prolongación del convenio de Hostelería –firmado en 2017–, con las lógicas actualizaciones, es una prueba de la sensatez y responsabilidad con la que se está trabajando en la mesa de negociación entre la patronal y la representación sindical; con un protagonismo innegable de las dos grandes centrales –UGT y Comisiones Obreras–. En este escenario resulta imprescindible hacer una referencia al papel mediador de la Conselleria de Turisme, el cual ha permitido crear el clima propicio para el acuerdo; un rol no siempre sencillo de llevar a buen término.