El 2022 se ha cerrado con 268.000 parados menos y casi 500.000 empleados más. Llega el momento de valorar la aplicación de la reforma laboral, promovida por PSOE y Unidas Podemos, aprobada a principios de febrero pasado en una polémica votación por el error de un diputado del PP. El mercado de trabajo, al terminar el 2022, se sitúa en 2,9 millones de parados, con mínimos de 2007; y la afiliación a la Seguridad Social alcanza récords históricos con 20,3 millones de trabajadores.

Pero hay claroscuros, porque aunque el año pasado se firmaron en España 18,5 millones de contratos, de los que, según las estadísticas del Gobierno, siete millones fueron indefinidos, el 72 por ciento tiene carácter temporal o eventual. La reforma pretendía acabar con la dualidad y la precariedad laboral, pero ahora los contratos permanentes duran menos; los contratos indefinidos a jornada completa son los que menos crecen; y el contrato fijo discontinuo, que ha sustituido al de obra y servicio, aumentó un 1.478 por cien en 2022, mientras que los indefinidos a jornada parcial se incrementaron en un 277 por cien.

Se mantiene la alta tasa de paro.
La anunciada derogación de la reforma laboral de 2012 ha modificado los términos y la estadística para calcular el desempleo. España sigue siendo, hoy, el país de la Unión Europea con una mayor tasa de paro, que alcanza cifras insoportables entre los jóvenes; mientras que la temporalidad se oculta detrás de los denominados ‘fijos discontinuos’, trabajadores en paro que ya no figuran en las listas del Sepe.

Los retos de la nueva Ley de Empleo.
Queda pendiente la aprobación de la Ley de Empleo, que ha de crear un marco más eficaz para dar respuesta a quienes demandan un puesto de trabajo. También ha de reactivar un mercado laboral depauperado y favorecer a las empresas innovadoras que producen con calidad en España y exportan. Ello implica reducir la presión fiscal y los altos costes laborales.