El Congreso de los Diputados inició ayer el debate de la sexta moción de censura de la democracia y la segunda de esta legislatura. Ha vuelto a ser presentada por Vox, como la que fracasó hace dos años. El grupo parlamentario de Santiago Abascal está legitimado para exigir responsabilidades políticas al presidente del Gobierno, pero debe presentar una alternativa y un programa de actuación a aplicar desde La Moncloa, más allá de una crítica o descalificación general del Ejecutivo de coalición PSOE-Podemos. En esta ocasión consiste en una apelación al resto de grupos parlamentarios para convocar, de forma inmediata, elecciones generales, a apenas siete meses para que acabe la legislatura. Vox, con las encuestas a la baja, quiere recuperar protagonismo, aunque está por ver cuál será el resultado final. Pero una moción condenada al fracaso no constituye el camino más acertado.

Un candidato sorprendente.
Al presentar a un candidato sorprendente, el economista Ramón Tamames, que ha transitado desde el PCE a la derecha más conservadora, Vox se juega su prestigio con una estrategia atípica porque Tamames no oculta sus desacuerdos con los planteamientos del partido de Abascal en cuestiones tan nucleares como las autonomías y la emigración, aunque afirma coincidir en «lo esencial», que concreta en la unidad de España, la Monarquía, la bandera y la crítica frontal al Gobierno de Pedro Sánchez.

Argumentos y respuestas.
Más allá de los comentarios jocosos sobre la edad y la trayectoria de Ramón Tamames, nos hallamos ante un debate político que, en función de los argumentos y las respuestas, tendrá consecuencias para el PSOE y para el PP. Corresponde a Pedro Sánchez contestar con la gestión realizada, y el Partido Popular, que insiste en minimizar la jugada de Vox, también ha de saber marcar perfil propio, defender sus propuestas y explicar por qué en lugar del ‘no’ opta, en esta ocasión, por la abstención.