El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha propuesto a las comunidades autónomas que recauden y gestionen más impuestos porque cree que es coherente con el Estado federal que defiende su partido. Después de premiar a Cataluña con mejoras en financiación, el presidente del Gobierno considera que el verdadero debate sobre financiación no es entre territorios sino entre modelos. Y en este sentido ataca al PP, o más concretamente a Díaz Ayuso, por hacer «regalos fiscales a los ricos».

Modelo de Alemania.

Sánchez defiende un modelo similar al que se aplica en Alemania y Canadá, que permitiría a las autonomías gestionar más dinero pero siempre en base a obtener ingresos por iniciativa propia, es decir, creando nuevos impuestos o aumentando los ya existentes. El presidente del Gobierno da por hecho que las comunidades autónomas van a recibir más recursos que cuando gobernaba Mariano Rajoy, duplicando el fondo de compensación interterritorial.

Carga fiscal.

Aumentar impuestos parece que es la opción más fácil que tiene Sánchez para que las autonomías consigan una mejor financiación, sobre todo después de haber premiado a Cataluña con un concierto económico que tiene claros síntomas de ser inconstitucional. Subir la carga fiscal es negativo para la competitividad de las regiones y es un recurso fácil para evitar la guerra entre las autonomías, pero sobre todo permitiría sofocar la rebelión de las comunidades gobernadas por el PSOE que han mostrado claramente su rechazo al acuerdo con ERC en Cataluña. Sánchez debería respetar la independencia de cada autonomía en su política fiscal y no hacer promesas con dinero que no puede garantizar. El gran problema de las comunidades autónomas es que no disponen de recursos suficientes para atender competencias como sanidad y    educación, pero la mayoría de líderes autonómicos son conscientes de que aumentar la carga fiscal en las actuales circunstancias sería muy negativo para sus ciudadanos, que ya sufren una presión muy elevada a cambio de unos servicios que en muchas ocasiones dejan mucho que desear. Quizás sería oportuno empezar a debatir si las comunidades, y el propio Gobierno, deberían reducir gastos superfluos para destinar los impuestos a cuestiones importantes. Ese sería el camino más adecuado y no subir los impuestos o crear nuevos.