A medida que pasan las horas se van conociendo nuevos detalles del brutal crimen de María del Rosario Díaz Jiménez, ‘Chari’, apuñalada salvajemente por su pareja en un coche en Palma, delante de su hija de dos años. El acusado, George Virgiliu Teianu, un delincuente de nacionalidad rumana, llevaba una pulsera de maltratador para que no pudiera acercarse a su compañera sentimental, pero esa aciaga tarde pudo hacerlo porque la mujer no llevaba encima el receptor que da la alarma. El aparato, conocido policialmente como ‘Cometa’, estaba en la casa familiar. Ahora se investiga qué hacía allí. Hace unos meses, en una casa de otro municipio mallorquín, una mujer fue asesinada por su yerno. Poco después trascendió que se trataba de un maltratador peligroso, detenido en otras ocasiones por numerosos incidentes, y que no podía estar con su mujer y la madre de ella, aunque en realidad vivían juntos.    Son dos casos que guardan ciertas semejanzas y que han provocado una gran indignación en la sociedad. La pregunta que deben hacerse los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad es si el protocolo de auxilio a las mujeres maltratadas se aplica correctamente o si, por el contrario,    hay algunas inquietantes lagunas.

Una lacra que va en aumento

Lo cierto es que tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil hacen un gran trabajo en materia de prevención de malos tratos y ayuda a las víctimas, pero hay tantos casos (hay que recordar que Baleares está a la cabeza de las denuncias por violencia machista), que faltan más medios para afrontarlos.

Contundencia judicial

En cualquier caso, está claro que la educación es clave para formar en el respeto a las futuras generaciones, pero también es evidente que la contundencia judicial con los maltratadores debe ser total, para que este tipo de agresiones no vayan en aumento.