La reciente tragedia causada por la gota fría en Valencia ha dejado al descubierto no sólo los estragos de la naturaleza, sino también las deficiencias de un Estado que parece estar a la deriva en medio del barro. Es lamentable, pero no sorprendente, que las cifras de fallecidos y desaparecidos sigan aumentando, mientras que las respuestas gubernamentales parecen estar estancadas. La burocracia se mueven a un ritmo desesperante, mientras cientos de familias continúan sumidas en el lodo y la desolación, compartiendo espacio con cadáveres en descomposición y sin acceso a suministros básicos. Lo que resulta más indignante es la ausencia de una respuesta organizada y efectiva por parte de las autoridades. Pareciera que la única consistencia del Estado es su impresionante capacidad para no estar a la altura en momentos críticos. Promesas de ayuda que no llegan (pregunten a las víctimas del volcán de La Palma), planes de emergencia que son todo menos emergentes, y una comunicación que no logra consolar. Sin embargo, en medio de esta dolorosa realidad, ha surgido un rayo de esperanza de la mano de ciudadanos anónimos, cuya solidaridad está siendo el verdadero salvavidas de esta catástrofe. Mientras el Estado muestra su incapacidad, los vecinos se organizan, reparten alimentos, y ofrecen sus hogares a los damnificados. Son ellos quienes están demostrando que, aunque el gobierno falle, el espíritu de una nación solidaria no se anega tan fácilmente. Cada acto de generosidad es un firme recordatorio de que una nación es mucho más que sus instituciones fallidas. Son estos héroes cotidianos quienes reafirman nuestra fe en la humanidad, mostrando que la empatía y la acción conjunta son más poderosas que cualquier política mal implementada.
Opinión
La nación supera al Estado
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6 comentarios
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y aunque sea impopular decirlo, el jueves por la tarde, en pleno duelo nacional, muchas familias salían a hacer truco o trato como si fuera un día cualquiera. ¿Qué mensaje estamos transmitiendo a nuestros hijos? ¿Hemos normalizado tanto el egocentrismo que la empatía parece algo opcional? No se trata de renunciar a una celebración, pero sí de entender el momento y recordar que, a pocos kilómetros, hay familias viviendo una auténtica tragedia. La pregunta es inevitable: ¿qué valores estamos priorizando?
PepClaro que he leído el artículo y sus referencias cruzadas a otros desastres; no es precisamente sutil en su enfoque. Al contrario, es bastante fácil de entender, y en algo coincidimos: la gente común, quienes realmente están enfrentando la situación, demuestran valores que superan cualquier discurso político. No necesitamos leer entre líneas para darnos cuenta de dónde están las prioridades reales y quién está dando la cara.
Neus BucPero alguno de los dos ha leido el articulo de este señor? Estais obsesionados con la derecha y con este medio, os pica todo. Me da mucha risa la gente que pasa por aqui a comentar sin leer la noticia o el articulo como si su opinion le importara a alguien
Tenor, debería escuchar lo que dijo Carlos Mazón el 29/10 a las 13:00 horas en rueda de prensa cuando ya había gente ahogándose. Si le queda dignidad le debería consternar. Como creo que no tiene dignidad, seguirá "escribiendo" en panfletos al dictado de sus amos.
Neus BucNo tengo tanta paciencia para argumentar tan perfectamente como lo has hecho. Desgraciadamente la política vive en el lodazal desde hace años. Y lo de este medio de comunicación es como otros tantos, servil hacia quien le paga, esa derecha sin escrúpulos capaz de lo que sea por desprestigiar al adversario y sacar rédito político.
Estem arribant a uns nivells de putrefacció política i mediàtica on qualsevol tragèdia esdevé excusa per desviar el focus i fer propaganda. Utilitzar una realitat dolorosa per construir fal·làcies argumentatives i treure’n rèdit polític no és informació, és manipulació. I quan el cinisme arriba al punt de veure en un desastre humà una oportunitat, tots hauríem de preocupar-nos molt per quin rumb està prenent el debat públic. Està clar que, si parlem de responsabilitats polítiques, cal demanar-les a tots els nivells i colors. Això inclou tant el govern central com el govern autonòmic. Però, sobretot, a aquelles administracions i dirigents que, amb decisions de retallada i eliminació de serveis essencials, han deixat la gent desprotegida davant les tragèdies. No ens enganyem: els serveis eliminats podrien haver fet una diferència. Si volem assenyalar responsables, fem-ho amb coherència i no amb l’únic propòsit de desviar la mirada cap a una sola banda.