La catástrofe de Valencia nos deja unas imágenes dantescas, en las que es posible hasta palpar el horror de quienes fallecieron sepultados bajo el lodo y el agua y la incertidumbre y desesperación de quienes han logrado sobrevivir y están obligados a mirar hacia adelante. Sólo con ver las imágenes del primer día y la cantidad de agua que cayó y la destrucción que dejó a su paso se podría vislumbrar que la tragedia era de magnitudes descomunales. Pese a ello, la gestión política está dejando mucho que desear tanto por parte del Gobierno central como del autonómico. La maraña de competencias entre autonomías y Estado y la excesiva ‘burrocracia’ sumado a un presidente autonómico que está sobrepasado y a un altivo presidente del Gobierno que está más preocupado por el control de RTVE y la silla han combinado a la perfección para demostrar a la ciudadanía, una vez, más que la inutilidad y la incompetencia no entiende de colores políticos. Mención aparte, eso sí, los alcaldes, que desde el primer día están al lado de sus vecinos limpiando y reclamando auxilio a la Generalitat y al Gobierno central. En paralelo a la inutilidad política se ha demostrado la fuerza, valentía y solidaridad de las miles de personas que han acudido en masa a ayudar no sólo de la Comunidad Valenciana sino de otros puntos del país, incluida Ibiza, que ha demostrado una vez más su enorme corazón y humanidad hacia quienes más lo necesitan.
Opinión
Del lodo crecen las flores más altas
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