Para unos llega un tiempo de paz, amor y armonía, mientras que otros se acercan al ocaso. Este año podrá ser considerado el annus horribilis de la PSOE, asediado por la corrupción en todos los frentes. La mujer del presidente haciendo business y creando cátedras sin ser licenciada en nada, el hermano con domicilio fiscal en Portugal y cargos a dedo por la gracia de Dios, Ábalos y el actual número dos de Sánchez (Santos Cerdán) acusados de recibir cientos de miles de euros de un empresario corrupto, el escándalo de las mascarillas devorando varios ministerios y la presidencia del Congreso, el fiscal general del Estado imputado por primera vez en democracia por filtrar información con el fin de dañar a Ayuso, los favores a la vicepresidenta de Venezuela (Delcy) para que no la detuvieran en el aeropuerto gracias a la intercesión del presidente… La pureza de la que presumían en 2018 para llegar a la Moncloa se ha tornado un cenagal, están hasta el cuello. Echaron a Rajoy con una moción de censura por una contabilidad paralela y ahora tenemos un Gobierno que ha recibido, según varios de sus pagadores, cientos de miles de euros (como mínimo) por contratos públicos. A ojos de los acomplejados de sus dóciles socios, esto no es todavía motivo para purgar a Sánchez de un plumazo con una moción de censura. Amor con amor se paga, pensarán en el PNV y en Esquerra. Saben que Sánchez vendería a su propia madre con tal de seguir apuntalado en un poder que parece resultar muy lucrativo para su entorno. Ya le han hecho tragar con una amnistía inconstitucional, la eliminación del delito de sedición del código penal y un masaje fiscal. Hace años que Sánchez dejó de tener la menor credibilidad, pero ahora ya no se trata de una cuestión meramente política, sino penal.
Opinión
Adviento y apocalipsis
También en Opinión
- La burocracia, las faltas de respeto de los alumnos y la sobrecarga de trabajo disparan las bajas por estrés y ansiedad entre los docentes
- «Cuando el mercado de los sábados en Ibiza se convierte en una rave»
- Deja solo en casa a su hijo de cinco años para ir a por tabaco y la encuentran borracha en un bar de Santa Eulària
- La Policía Local de Ibiza va a sa Penya por una sobredosis de drogas y se encuentra con un pistolero
- Una mujer resucita tras haberla dado por muerta en el hospital
2 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
Un article ple de mentides i acusacions gratuïtes. Aquest senyor vol que tornin els de Gurtel, es de Matas, es del Yak, es del Prestige, es del metro de València, es de Bàrcenas..i que es quedin es de sa DANA de València. Potser vol que el convidin a dinar mentre sa gent s'ofega. Probablement cada poble té el que es mereix. I a Eivissa, destrossada per aquests a qui s'articulista defensa, tenim lo que mos mereixen: una illa plena de ciment, cotxes i caos. Salut!
Aquest article d’opinió es desmarca amb una acusació rere una altra, com si fos l’encarregat de dictar sentències abans que els tribunals ho facin. Curiós, perquè fa poc clamava per preservar la presumpció d’innocència quan es tractava d’algú de la seva corda política. Però és clar, la coherència i el rigor són valors negociables quan es tracta d’alimentar el descrèdit amb opinions sesgades. El més irònic és que aquest relat d’escàndols podria aplicar-se a gairebé qualsevol partit polític amb trajectòria. Si volguéssim fer un “best of” de casos de corrupció, no ens acabaríem les pàgines: sobresous en B, adjudicacions sospitoses, comissions milionàries… Tots els colors del ventall polític hi tenen un tros de pastís. Però aquí sembla que el focus només il·lumina una direcció. El que preocupa no és només la corrupció política, que és un problema transversal i profund, sinó l’ús partidista que en fan alguns mitjans. Articles com aquest no busquen posar llum sobre el problema, sinó atiar el foc selectivament. Si de debò volen combatre la corrupció, que exigeixin ètica i transparència a tots, no només quan toca desgastar el rival. Mentrestant, aquest tipus de discursos no ajuden més que a engreixar la desafecció ciutadana cap a una política que sembla, cada dia més, un fangar compartit.