Rafa Triguero.

Hace décadas que dejé de creer en los políticos. Son muy pocos, se cuentan con los dedos de una mano, aquellos a los que les reconozco una sincera vocación de aportar a la sociedad. La gran mayoría me ha demostrado que lleva a rajatabla eso de que «el hombre promete y promete». Vulgar sí, pero como casi todos ellos.

Mientras este miércoles el alcalde Triguero presentaba los presupuestos para 2025, tenía la impresión de que todo me resultaba ya familiar. Pero el click mental ha sido ver que las cuentas de Vila para el próximo año llevan 1 millón de euros para las escaleras de Puig des Molins o una partida sin asignación para la Casa de la Música. ¿Cuántas veces se han metido estos proyectos en los presupuestos para después no hacer nada? He tirado de hemeroteca y he comprobado con desagrado que buena parte de aquello que hoy Triguero nos ha vendido es humo puesto que ya nos lo vendió a finales de 2023 para hacer en 2024. Y no ha pasado del papel.

Rafa I tenía la ciudad hecha unos zorros y el Consistorio como agencia de colocación. Rafa II tiene la ciudad hecha unos zorros y el Consistorio como agencia de colocación. Peor aún, en el gobierno de Rafa II se dan situaciones tan impactantes como que la concejala con más poder sea hija de la interventora de la institución. No digo que sea ilegal, ojo, pero llamativo lo es un rato largo. Como también lo son algunos fichajes cuya única justificación es la relación familiar o de amistad. Y así nos va, que ni siquiera son capaces de preparar unas cuentas para 2025 con algo que vaya más allá del postureo. Gobernando a golpe de reel, ya les digo yo que la cosa les saldrá mal. Triguero, por favor, no nos tomes el pelo.