Felipe Campuzano

Ha muerto Felipe Campuzano. Cuando leí la noticia en voz alta, mis compañeros de trabajo, con una media de edad de alrededor de 30 años, se me quedaron mirando como si estuviese hablando en chino. Uno de ellos preguntó: «¿Ese no era torero?». Al menos le sonaba el nombre del matador José Antonio Campuzano, no está todo perdido. El pianista Felipe Campuzano (Cádiz, 1945) murió en su casa de Marbella a los 79 años. El Ayuntamiento de Cádiz decretó un día de luto, para que se hagan una idea. Yo conocí su música siendo muy niño, porque mi madre ponía alguno de sus LP en un tocadiscos que era la joya de la casa y que no nos dejó ni tocar hasta que fuimos mayores. No quería ni que le diésemos la vuelta al disco de vinilo, por miedo a rayarlo. Mi madre siempre supo de mi torpeza manual. Me llamaba «mans de merda», con gran razón. Recuerdo un disco del pianista titulado ‘Cádiz’ que a mi madre le gustaba y solía poner a menudo. Mi infancia está alicatada de recuerdos de la música de mi madre, que se gastó mucho dinero en discos cuando mis hermanos y yo no habíamos nacido. Le gustaba la música y bailar, algo que yo debo haber heredado. Mi hermano Jaime es músico, él sí que ha heredado de verdad la pasión por la música que tuvo ella. Aprendí a tocar, más mal que bien, el acordeón, pero mis ‘mans de merda’ y mi escaso talento son un gran obstáculo; asumido eso, decidí limitarme a escuchar. Antes me gastaba el dinero en CD y ahora en Spotify y Youtube. La gente de mi generación oíamos un poco de todo, los discos de nuestros padres y lo que ponían en la radio, que a veces te gustaba y a veces no, pero ensanchabas tu conocimiento musical. Ahora los jóvenes sólo escuchan lo que les gusta. Solo ponen reguetón y la música de sus padres no les suena. Adoran a Quevedo y C. Tangana pero Dire Straits ni les suena. Y Felipe Campuzano era un novillero. Analfabetos.