Ahora que llega el buen tiempo, en breve será Semana Santa y la isla de Formentera se va desperezando para abrir sus puertas a una nueva temporada turística. Esto no es ninguna novedad, suele pasar cada abril de cada año desde que tengo (al menos yo) uso de razón.
Es entonces cuando entre los turistas que nos visitan se cuela siempre alguien conocido, alguien ‘famoso’, algunos incluso tienen casa aquí y han decidido hacer de la Pitiusa su segunda residencia. Entiendo perfectamente esta decisión, si yo pudiera también me haría una casa aquí, pero cuestiones monetarias y permisos aparte, que impiden al común de los mortales conseguir este hito; vengo a escribir hoy sobre el anonimato que ofrece esta isla y por el cual creo que muchos conocidos la escogen.
Es cierto que de un tiempo a esta parte, con las redes sociales, todo el mundo tiene un móvil a mano para hacer una fotografía y ya no se pasa tan desapercibido como antaño; pero he recordado una frase que me dijo una persona muy conocida que tenía casa aquí y que ya nos dejó, lamentablemente demasiado pronto, explicándome por qué le gustaba pasar temporadas en Formentera: «Porque aquí no soy famoso, aquí todos somos famosos».
Me quedé pensando en esta frase y creo que no puedo estar más de acuerdo. Por un lado, el carácter isleño de ‘vive y deja vivir’, así como el hecho de que somos difícilmente impresionables, dotan a aquellos que escogen la isla para venir a refugiarse de un anonimato perfecto.
Pero hay algo más: es que aquí, con poco más de once mil habitantes, los famosos somos los que estamos en este «retrato costumbrista» todo el año. Me explico: todos somos el hijo de fulano, el sobrino de mengano o el ex de tal o pascual. Así que, será por cotilleo, por costumbre o por interés, en reglas generales, lo que hace uno de los ‘personajes’ que vive aquí nos interesa más que si el cantante más famoso del mundo viene a tomar el sol en Illetes y a comerse una paella.
Y es que aquí somos todos famosos (entre nosotros) esto es, por supuesto, un arma de doble filo, porque tus acciones siempre van a ser comentadas si vives aquí, pero por otra parte, también como ya expliqué en otro artículo, da cierta seguridad y comodidad poder ir saludando por la calle a la gente, porque la conoces, preguntarles cómo están y qué tal le va a su hijo en la universidad.
Durante el invierno, cuando se escuchan las sirenas de policía, ambulancias o bomberos uno siempre sabe que pase lo que pase, seguro que conoce a alguien relacionado con los hechos y deseas en lo más profundo «que no sea nada grave», lo cual, en cierto modo, viviendo en el mundo en el que vivimos hoy en día, que cada uno va a lo suyo sin preocuparse de los demás, me parece enternecedor y muy humano.
Ser famoso también os digo que cansa mucho, nadie está exento de ser comentado por ir a cenar con una u otra persona y, desde luego, si ostentas un cargo público o de fuerzas y cuerpos de seguridad pues a veces tienes que lidiar con esa identidad un poco Batman, con la diferencia que aquí saben perfectamente que eres Bruce Wayne aunque luego te quites el uniforme.
Sí, vuelve la temporada turística y volveremos a recibir a rostros conocidos que pasearán por nuestras calles, se tumbarán al sol y disfrutarán de la gastronomía y nos dará exactamente igual, porque resulta que el hijo de fulanita, que llevaba casado 10 años se ha divorciado porque se ha liado con menganito y eso da para mucha más conversación que ver a Kate Moss en el Mercadillo de la Mola.
2 comentarios
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Muy interesante. Hay una que se hizo famosa por salir con Alcaraz.
Que más?¿