Y la izquierda, ¿qué dice de llevar los residuos a Mallorca?

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El anuncio del traslado de residuos desde Ibiza a la planta incineradora de Son Reus tras el verano para su eliminación, parece haber causado sarpullidos entre la izquierda mallorquina y un preocupante mutismo entre la izquierda ibicenca.

Més per Mallorca tilda la medida de «una barbaridad sin precedentes». El PSOE mallorquín ha pedido la comparecencia del presidente del Consell, Llorenç Galmés, pero desliza que la solución acordada «denota la falta de previsión en la gestión de los residuos en Ibiza, y que ahora el PP nos quiere hacer pagar a todos».

Afirma Jaume Alzamora, líder de los ecosoberanistas mallorquines partidario de prohibir las piscinas, pero exceptuándole a él, que se construye una, que «el plan anunciado por Prohens y avalado por Galmés es un despropósito ambiental que solo generará problemas nuevos y agravará otros». Naturalmente, a él la solución a los problemas del resto de Illes Balears le suda un pie.

Pero ¿qué opina la izquierda ibicenca de que los residuos generados aquí, se quemen en otra parte, bien lejos, pagando lo que haga falta? Hay que remontarse a 2015 para leer en la prensa una oposición tajante a una actuación que podríamos llamar de «deslocalización residual». El eterno presidente del GEN-GOB, Joan Carles Palerm, aseguró a Periódico de Ibiza y Formentera que la propuesta era una «locura», que se trataba de una medida «cara» y que «cada isla se tiene que hacer cargo de sus residuos y cumplir con el plan director de gestión de residuos».

Desconocemos si sigue opinando lo mismo, pero sí sabemos lo que opinan sus compañeros del GOB, que rechaza el traslado de residuos al considerarlo «un paso atrás alarmante en la gestión sostenible de los residuos y en el cumplimiento de los compromisos ambientales de la comunidad».

Al menos, los ecologistas mallorquines son coherentes porque siempre se han opuesto a la propia incineradora de Son Reus y mucho más a que se procesen allí residuos procedentes de otros lugares, como se pretendió entre 2013 y 2016, cuando se estudió la posibilidad de incinerar basuras de Italia. En 2018 se modificó el contrato con Tirme y se prohibió la importación de residuos, pero únicamente de fuera de Balears, no de la Comunidad Autónoma.

¿Y qué dicen los socios ibicencos de Més per Mallorca? Nada. Ni Més per Eivissa, que están desaparecidos; ni tampoco Ara Eivissa, que son invisibles; ni Guanyem, que son un espejismo; ni Esquerra Republicana, que son silentes; ni Podemos, que tras el batacazo de 2023, son etéreos.

Ninguna de estas formaciones ha abierto la boca para que sepamos su opinión a la medida acordada por la derecha balear y que, a priori, ellos debieran satanizar como hacen sus colegas mallorquines. Pero claro, ellos están en Ibiza, donde nadie quiere ni oír hablar de construir una incineradora; algo que, además, sería mucho más caro que llevar las porquerías a Mallorca. Entonces, ¿cómo criticar que las metan en un camión y las lleven desde Ca na Putxa a Son Reus en barco? Y como tampoco se ven con coraje de apoyar dicha actuación, pues ahí les tenemos, quietos y callados, como momias egipcias.

Yo confiaba en oír a Joan Ribas o al senador Juanjo Ferrer o Pilar Costa o Milena Herrera o Josep Marí Ribas ‘Agustinet’ o Elena López, defender que los residuos ibicencos se queden en la isla Y denunciar la atrocidad ecológica que supone llevarlos fuera, como dicen sus colegas mallorquines. Pero ni por esas. Calladitos, que así están más guapos. Al menos, que les pidan a los dueños de Son Reus, que son todos los mallorquines, que se callen ellos también. ¿O es que no van a cobrar por incinerar las basuras de Ibiza? ¿O es que lo harán gratis?

Resulta decepcionante escuchar a la izquierda balear. Aún más el silencio de la izquierda ibicenca. Y constatar que ambas, en lo que respecta a la gestión de los residuos en Baleares, carecen de visión de futuro, son egoístas y profundamente insolidarias.