Opinión

Las amistades peligrosas

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sale de una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados | Foto: Fernando Sánchez - Europa Press

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Los wasap de Repelús Sánchez son más chabacanos que las cartas de la marquesa de Merteuil, pero ambos son claro ejemplo de ególatras manipuladores, probablemente psicopáticos, enfangados en dangerous liaisons.

Susana está jodida, Margarita es una pájara, Lambán es un petardo, Page toca los cojones, Iglesias es más estulto que malvado… La cosa sanchista está que arde, aunque, según la portavoz, sus primos son más interesantes.

El puto amo ha sodomizado al partido como un chulo piscinas asalta a una centenaria que presume de honradez (ejem, ejem), su lobotomía socialista ha liquidado cualquier atisbo de disidencia interna cuando hacía justo lo que prometió no hacer. En su afán de poder y control absoluto le pasa como a cualquier dictador de pacotilla y es más temido que querido. Algo natural en un déspota, en un gurú de secta, en un capo mafioso de una banda de pícaros, pero muy peligroso en un presidente. Ahora comprendemos su urgencia en levantar muros.

Por supuesto que faltan más mensajitos. Ignoramos si llegaremos a la esfera púbica, que tanto jugo podría dar. Entre remitente y remitido sobrevuelan saunas, putas, orgías, pasmosos retiros de enamorado cabreado, chinches y bolsas de oro en Barajas, rescate de aerolíneas chavistas que al poco quebraban, de aerolíneas españolas con begonias por aquí y millones por allá, de traiciones al pueblo saharaui, de pleitesía al rey moro, de zapateros relamidos para un maduro dictador, y un largo etcétera de carísimas mascarillas defectuosas para un presi putrefacto que perdió la careta hace ya mucho tiempo.

Pero son las amistades peligrosas, familia y otros animales, bichos y demás parientes los que le harán caer. Si necesita ayuda, que la pida.