Opinión

Lamborghini blues

TW
2

Gracias a su fabuloso asalto al poder, la cuadrilla del Peugeot se transformó súbitamente en la banda del Lamborguini, que a eso aspiran los nuevos ricos con gustos de peluquero superstar. Los vídeos comprometedores de políticos y empresarios de juegos sexuales en las saunas de la flamante catedrática callaron bocas y abrieron puertas, el tongo en las urnas del partido que presume de cien años de honradez (ejem, ejem) dio rápidos frutos como una cosecha transgénica, la moción de censura «por la decencia», defendida por un putero torrencial y apoyada en comunistas de dacha, terroristas, separatistas maquetos y charnegos fue llave mataleón para asfixiar la democracia: los pactos del insomnio estaban asegurados entre ellas, elles y ellos, así como el reparto y mordidas a ese dinero público «que no es de nadie», recaudaciones récord que cada vez cuestan más sangre, sudor y lágrimas a los españoles.

Solo faltaba dar la puntilla al poder judicial, poner una bomba lapa a la UCO, amordazar a la prensa libre, anestesiar al pueblo con la ideología woke y se abriría el horizonte caudillista «a la Maduro», previsto por el zapatero lamebotas y consejero del camionero venezolano, estrella de los mítines del partido del «puto amo».

Bajo amenazas y presiones la UCO ha cumplido con su deber, que el honor es su divisa. Su informe es devastador y retrata a la banda gobernante, en cuyo bólido caben más golf@s que espontáneos en el camarote de los hermanos Marx. Pero el galgo de Paiporta no quiere correr fuera de la caseta monclovita. Maquillado cual vedette, no puede ocultar la mirada de odio que asoma a su rostro putrefacto. El Nº1 de la trama, macarra mascarilla, se vende cual víctima