Opinión
Deejays en ses Salines
El Govern balear ha decidido aplicar el PRUG del Parque Natural de ses Salines 20 años después de su aprobación. Nunca es tarde si la dicha es buena, apunta el refranero popular. En este caso, el afectado ha sido el chiringuito Sa Trinxa, que ha decidido desenchufar la tabla de mezclas de su ‘deejay’ antes que enfrentarse a un multazo de la Conselleria. No seré yo el que diga que la ley no debe cumplirse, pero debe tratarse a todos por igual. El problema es que ses Salines es un parque natural muy sui generis: su frontera limita con una discoteca, alberga los restos de un delfinario y de una plaza de toros, contiene la industria más antigua de la isla y la empresa propietaria de la mayoría de los terrenos hace caja con las concesiones que tiene en la playa y los numerosos apartamentos y viviendas que arrienda. En definitiva, el de ses Salines tiene todo lo que en teoría no debería tener un parque natural. El Parlament balear aprobó en diciembre de 2001 la declaración de ses Salines como parque natural. Desde entonces, las autoridades (ir)responsables han aplicado la ley del laissez faire, laissez passer y todavía tenemos que celebrar que se impidieran los planes ultraurbanizadores de la zona de los años setenta. En más de dos décadas ni siquiera hemos conseguido que se soterrara todo el cableado aéreo de la zona para, por lo menos, disimular que nos importa que ses Salines sea un espacio del que nuestros herederos se sientan orgullosos. Nuestros representantes, en alguna declaración, se muestran partidarios de limitar la entrada de vehículos al parque, pero nadie ha tenido las pelotas aún para llevarlo a cabo. Desde hace medio año ya tenemos el paraguas legal para instalar una barrera como ya han hecho en Formentera desde hace tiempo en varios puntos de la isla. A ver si alguien se atreve a meter mano en ses Salines.
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