Opinión

Amnistía y amnesia

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una rueda de prensa tras una reunión del Consejo Europeo | Foto: Pool Moncloa/Fernando Calvo y Pool UE

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Parece que el Tribunal Constitucional ha decidido innovar en su campo y ofrecer no justicia, sino servicios de fontanería política. Seis magistrados a sueldo del partido han tenido a bien transformar lo que ayer era inconstitucional en una oda a la convivencia. Ya no interpretan la Constitución, la reescriben al dictado. Si esto no es magia jurídica, que baje Montesquieu y lo vea.

Pedro Sánchez nos aseguraba que era «inconstitucional» que «el Gobierno no lo va a aceptar» y que «no tiene cabida en nuestra Constitución». Claro, eso era cuando necesitaba votos, pero no esos votos. Ahora que los necesita, los siete escaños de Junts han sido santificados, y con ellos, la amnesia constitucional se ha convertido en doctrina oficial del sanchismo.

La Constitución de 1978 nunca pensó que algún día tendría que enfrentarse a semejante circo, donde los principios se doblan como cucharas en manos de ilusionistas de salón. La coherencia socialista ha alcanzado su clímax: han pasado de defender la Constitución a tratarla como papel reciclable con membrete institucional.

Pedro Sánchez, por su parte, ha alcanzado un grado de flexibilidad ideológica que roza el contorsionismo. Uno esperaría cierta vergüenza, un mínimo pudor al mentir abiertamente, pero ya conocemos al personaje: el sonríe, se planta en el atril y proclama que todo esto es por la «reconciliación». Como si la democracia fuera una empresa familiar donde se reparten favores y se archivan delitos en nombre del amor fraternal.

Es inadmisible que en un país de la UE sean los criminales los que dicten su salvoconducto. Lo que se ha aprobado es la victoria del chantaje sobre el Derecho. Y lo peor es que todo esto se hace con toga, aunque su sentencia sea un guion escrito en Ferraz y revisado por Puigdemont vía Zoom.