Este sábado el PSOE reunió en Madrid a su Comité Ejecutivo Federal en un aquelarre inútil que demuestra que el partido que gobierna España sufre un avanzado proceso de putrefacción ética, moral y política. En él no se habló de la vivienda, sanidad, educación, movilidad, transición ecológica, etc. Lo que ocupa y preocupa a los socialistas son sus problemas internos, todos ellos derivados de la corrupción, y cómo llegar hasta 2027 en el poder, evitando convocar elecciones generales anticipadas.
Gobiernan en coalición con Sumar, no son la fuerza mayoritaria en el Congreso, carecen de mayoría en el Senado, y sólo gobiernan en cuatro autonomías —Catalunya, Navarra, Asturias y Castilla‑La Mancha—. Arrastran un catálogo de causas judiciales por corrupción que afectan a familiares directos y al entorno más cercano al propio secretario general, que no tienen visos de terminar, sino todo lo contrario.
No tienen mayoría parlamentaria estable, como demuestra que ni siquiera aprueban los Presupuestos Generales del Estado porque se los tumbarían; y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, demacrado y más tocado que las llaves de un saxofón, que no presenta una moción de confianza porque la perdería y tendría que abandonar La Moncloa.
Sánchez se erige en «capitán» tocado de corazón, pero «determinación intacta». Y ahí quedan todos, incluidos los socialistas de Baleares, aplaudiendo no se sabe qué. Sánchez reclama unidad y orgullo, pero el barco hace aguas por los dos costados. Su debilidad política es extrema, una agonía a cámara lenta, y pretende envolverse en pretendidos logros que en nada empequeñecen la infección por corrupción que devora hasta el tuétano al PSOE.
La sombra de Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García es alargada y no habrá forma de parar la sangría, porque habrá más líderes socialistas investigados (quién sabe si Francina Armengol y Ángel Víctor Torres, expresidentes de Baleares y Canarias, respectivamente), más grabaciones, más porquería aflorando por cada ventana de la sede socialista de Ferraz, sin que los fontaneros de las cloacas puedan evitarlo.
El Ejecutivo Sánchez es un castillo de naipes. Lo saben perfectamente todos los asistentes al acto de ayer, incapaces de alzar la voz y echar al irresponsable que los lidera y que los hundirá irremediablemente.
Sánchez descarta dimitir, descarta elecciones, y mientras tanto la derecha y ultraderecha se frotan las manos. Dice que convocar generales antes de 2027 entregaría el país a PP y Vox, lo cual es admitir a las claras que pese a las alucinaciones del CIS de Tezanos, las perderán sin remisión. Por eso hay que aprovechar hasta el último minuto y alargar su moribundo gobierno para intentar procurarse impunidad judicial. De ahí las prisas por mangonear la Justicia. Temen acabar en la cárcel y si pierden el poder, tendrán menos margen de maniobra. Pero lo peor está por venir.
Desde 2023 el PSOE se ha rodeado de chantajistas y delincuentes para apuntalar su gobierno. De ahí la Ley de Amnistía, los indultos, las rebajas del delito de malversación y la supresión del de sedición. Utilizan el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado, el Banco de España y ahora también Televisión Española para su propio interés político, para sobrevivir políticamente. Pero todo es inútil cuando oímos a los colaboradores más estrechos del capitán Sánchez hablar de comisiones y mordidas. Lo de las putas no tiene nombre y merece otro artículo que prometo escribir otro día.
El Comité Federal no fue refuerzo, sino parodia. Un aquelarre de corruptos con la cabeza más alta que nunca, sin propósito colectivo salvo su propia supervivencia política. Y ahí estuvieron los socialistas ibicencos Vicent Roselló y Milena Herrera, aplaudiendo mientras el barco embarrancado se escora hasta hundirse con ellos dentro. Pero con la cabeza bien alta.
Me pregunto qué dirían si lo que vive el PSOE sucediera en el PP. Todos sabemos la respuesta, por lo que podemos afirmar que la corrupción sólo les molesta si afecta a los demás, nunca a ellos. Chapotean en una ciénaga infecta y no hay forma de limpiar este desastre.
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