En este año que tanto se ha hablado de la portuguesa «revolución de los claveles», al producirse su 25º aniversario, es probable que se hable mucho menos de quien fue su principal ideólogo, Ernesto Melo Antunes, fallecido el pasado martes a los 65 años. Melo Antunes fue el militar moderado, prudente, culto y respetuoso con las libertades con el que todos los pueblos querrían contar y, por descontado, todo un prototipo de militar atípico en cualquier país latino. Redactor del programa del Movimiento de las Fuerzas Armadas que el 25 de abril de 1974 acabó con 48 años de dictadura, había participado ya con anterioridad en diversos movimientos de oposición al régimen que disfrutaron de menor fortuna. Tras aquel curioso episodio que convirtió un movimiento militar en una revolución, merced al apoyo masivo del pueblo, Melo Antunes fue tal vez el primero en advertir que se avecinaba una transición dificilísima y que Portugal necesitaba de los oficios de un militar que dispusiera de una perspectiva «civil» del momento histórico que se estaba viviendo. Su papel, en el sentido de evitar que la revolución portuguesa derivara hacia una opción totalitaria, ha sido posteriormente reconocido incluso por aquellos que en plena efervescencia radical le reprocharon un talante excesivamente moderado. Melo Antunes fue el teórico que toda revolución necesita. Un hombre que ingresó en la academia militar como única posibilidad de cursar unos estudios gravosos para la economía familiar. Sus intereses culturales le llevaron al estudio posterior de la filosofía y la historia, unos estudios que siempre se vieron favorecidos por su carácter, reservado y enemigo de todo protagonismo hasta en los momentos de pública gloria. Miembro del Consejo de la Revolución y también ministro, Melo Antunes fue, sin ninguna duda, el intelectual que caracterizó el movimiento de los Capitanes y, lo que es más importante, el que supo llevar la revolución a buen puerto.