Como en años anteriores, en torno a la fiesta de San Cristóbal y al inicio de las vacaciones de verano, desde la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal, se hace llegar un mensaje a todos los que de un modo u otro, han de acudir al volante y al tráfico por el trabajo o por cualquier otro motivo.

«Jesús se acercó y se puso a caminar con ellos» es el lema ele­gido este año para la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico, y que lleva por subtítulo una bella frase de san Juan de Ávila: «Trátalo bien, que es Hijo de buena Madre». Este lema ha tomado del evangelio de san Lucas y hace referencia al camino que hizo Jesús con dos de sus discípulos en la tarde misma del pri­mer día de Pascua.

En ese pasaje del Evangelio se nos cuenta como Jesús trata a los caminan con Él: con amor, simpatía, enseñanza, ayuda, compartiendo experiencias gozosas; nunca con oposición, disgusto o creándole dificultades.

Partiendo de esta enseñanza evangélica, el recurso al tráfico deberíamos concebirlo como un camino hecho como Jesús y con Jesús. Como dice el Mensaje de la Conferencia Episcopal de este año: "Hacer el camino con Jesús nos lleva a aceptar a los otros como hermanos.

Por eso, cuando nos ponemos al volante, debemos respetar a los demás con­ductores y tratar a los demás como yo quiero que me respeten y traten. Mejor aún, como el Señor me trata a mí. No puedo olvidar las normas de cortesía, y menos la caridad para con el prójimo, solo porque voy al volante. Todos podemos, en un determinado momento, cometer alguna infracción, pero eso no me tiene que autorizar a insultar al otro. «Este es mi mandamien­to —dice el Señor—: que os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 15, 1)".

Es importante tomar ello en cuenta pues todos pasamos parte de la vida en camino y ahí nos cruzamos con otros que van o vienen. Es interesante preguntarnos cómo los vemos y cómo los tratamos. Frente al comportamiento, a veces agresivo, otras competitivo y, en la mayoría de los casos, indiferente, se impone la acogida, la cordialidad, la ayuda mutua, el aprender los unos de los otros.

Ser conscientes de que nadie puede sernos enemigo o rival. Que de todos pode­mos aprender algo y que a todos podemos serles útiles en el camino. Esta posibilidad no debemos descuidarla ya que está en nuestra mano.

Ello nos tiene que llevar a ser prudentes, caritativos, serviciales en el tráfico. A este respecto, el pasado mes de noviembre, el Papa Francisco nos decía: "aliento a proseguir en el compromiso de la prevención, porque la prudencia y el respeto de las normas son la primera forma de la protección de uno mismo y de los demás».

Es verdad que podemos alegrarnos y felicitarnos todos por el gran descenso de accidentes y víctimas mortales que estamos viviendo en los últimos años, pero una sola vida humana que se pierda o se hiera por un accidente es siempre importan­te: cada víctima en nuestras carreteras no es una cifra, es una persona con nombre y apellidos, padres, esposos, hijos, y deja en su entorno mucho dolor. No podemos bajar la guardia.

Es importante, pues, respetar todas las normas que ayudan y favorecen que el tráfico sea un buen recurso humano y no un peligro, una seguridad y no un azar. Es bueno que quienes vivimos aquí en las hermosas islas de Ibiza y Formentera seamos, sin excepción, ejemplares en ese respeto hasta tal punto que no sólo contribuyamos a la seguridad en nuestras calles, caminos y carreteras, sino que seamos, como en tantas cosas, maestros de cosas buenas y testigos del cumplimiento exacto a quienes nos visitan.

El respeto de la velocidad, de los adelantamientos, de los aparcamientos donde son lícitos y nunca donde crean dificultades de paso para los otros, etc. son formas de darnos seguridad y amor unos a otros, no violan los derechos de los demás, y son elementos que favorecen la pacífica y amistosa convivencia de unos con otros.

Que esta Jornada, en la proximidad de la fiesta de San Cristóbal, nos ayude en este sentido y se prolongue ello todos los días.