Este tercer domingo de octubre es un domingo importante y comprometido. En Roma tiene lugar la beatificación del Papa Pablo VI y la clausura del la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos y en toda la Iglesia se celebra la Jornada Mundial de las Misiones, conocida como el Domund.

El Papa Pablo VI clausuró y puso en marcha el Concilio Vaticano II-verdadero don de Dios a la Iglesia en el momento presente-, fue un verdadero padre, maestro y pastor. Su doctrina conserva toda su actualidad y su ejemplo de vida es una enseñanza para todos. Ahora beatificado se nos presenta más claramente como maestro e intercesor.

Y este domingo es también la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra desde 1926, tiene este año el lema «Renace la alegría», retomando así la enseñanza del Papa Francisco cuando nos dice al comienzo de la Evangelii gaudium: «Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría».

El Domund es un domingo en el que en toda la Iglesia se reza por la actividad evangelizadora de los misioneros y misioneras, y colabora económicamente con ellos en su labor, especialmente entre los más pobres y necesitados.

La Iglesia católica es universal, es decir, está extendida por todo el mundo, y un 37% de sus iglesias particulares se encuentran en lo que llamamos territorios de misión. Yo mismo estuve cuatro años en uno de ellos, en Mozambique (África) e tenemos ibicencos e ibicencas que son misioneros en América latina.

Con ocasión del Domund renovamos el afecto y la admiración a los misioneros y les manifestamos nuestra estima con un recuerdo en la oración y un generoso donativo para su obra. Con lo que se recoge en las parroquias en este día se subvenciona el sostenimiento de los misioneros y sus colaboradores y se atienden otras necesidades especiales: construcción de iglesias y capillas, formación cristiana, desarrollo de proyectos sociales, educativos y sanitarios. En este domingo, pues, hemos de colaborar todos con una generosa aportación económica para atender las necesidades materiales de los misioneros y de las misiones e intensificar la oración y el sacrificio por las vocaciones misioneras de sacerdotes, religiosos y religiosas, y laicos.
Con ocasión del Domund el Papa nos hace también un mensaje, en el que nos dice «Hoy en día todavía hay mucha gente que no conoce a Jesucristo. Por eso es tan urgente la misión ad gentes, en la que todos los miembros de la iglesia están llamados a participar, ya que la iglesia es misionera por naturaleza: la iglesia ha nacido «en salida». La Jornada Mundial de las Misiones es un momento privilegiado en el que los fieles de los diferentes continentes se comprometen con oraciones y gestos concretos de solidaridad para ayudar a las iglesias jóvenes en los territorios de misión. Se trata de una celebración de gracia y de alegría. De gracia, porque el Espíritu Santo, mandado por el Padre, ofrece sabiduría y fortaleza a aquellos que son dóciles a su acción. De alegría, porque Jesucristo, Hijo del Padre, enviado para evangelizar al mundo, sostiene y acompaña nuestra obra misionera».

Y partiendo de una meditación sobre el pasaje de Lc 10, 21-23, nos propone una bonita reflexión acerca de la bienaventuranza, es decir, de la felicidad y la alegría de conocer a Dios, de querer a Dios, de caminar por el camino que nos lleva hacia Él.

Por eso, el Papa nos hace una exhortación-invitación a ser evangelizadores, es decir, a colaborar a que el Evangelio sea conocido en todas partes, en las nuestras y en las de los demás: «¡No dejemos que nos roben la alegría de la evangelización! Os invito a sumergiros en la alegría del Evangelio y a nutrir un amor que ilumine vuestra vocación y misión…. El discípulo del Señor persevera con alegría cuando está con Él, cuando hace su voluntad, cuando comparte la fe, la esperanza y la caridad evangélica». Y ello con generosidad también material: “«Dios ama al que da con alegría» (2 Co 9,7). La Jornada Mundial de las Misiones es también un momento para reavivar el deseo y el deber moral de la participación gozosa en la misión ad gentes. La contribución económica personal es el signo de una oblación de sí mismos, en primer lugar al Señor y luego a los hermanos, porque la propia ofrenda material se convierte en un instrumento de evangelización de la humanidad que se construye sobre el amor».

En las parroquias, en los colegios, en los movimientos y asociaciones apostólicas, con ayuda y motivación de la Delegación diocesana de Misiones, se celebrará el Domund y viviremos así la realidad de que Ibiza y Formentera no sólo son evangelizadas sino que son evangelizadoras.