Hoy acaba el año litúrgico, el año de la Iglesia, el año en el que hemos vivido conociendo la preparación de la venida de Jesús en Adviento, su nacimiento en la Navidad, su llamada a convertirnos, en la Cuaresma, su pasión y muerte en la Semana Santa, su Resurrección en la Pascua y la su vida terrena ordinaria con sus enseñanzas y milagros a lo largo de lo que llamamos el tiempo ordinario. Ahora concluye todo eso y, como no podía ser de otra manera, es viendo y celebrando a Jesucristo Rey del Universo.

¿Qué significa que Jesucristo es Rey? que Cristo es Rey lo confirman muchos pasajes de las Sagradas Escrituras y del Nuevo Testamento. Esta doctrina fue seguida por la Iglesia –reino de Cristo sobre la tierra- con el propósito celebrar y glorificar durante el ciclo anual de la liturgia, a su autor y fundador como a soberano Señor y Rey de los reyes. Jesucristo es rey porque reina en las inteligencias de los hombres porque El es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de El y recibir obedientemente la verdad; porque reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en El la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la santa voluntad divina, sino también porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobles propósitos; porque reina en los corazones de los hombres porque, con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie —entre todos los nacidos— ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús.

Es claro que Jesucristo es rey de un tipo del todo particular; su realiza y su soberanía son de una naturaleza completamente diversa de la de los reyes de la tierra. Ya lo dijo Él a Pilato: "Mi reino no es de este mundo". Por eso, si reinado no es el domino de los pueblos, ni la posesión de territorios, ni la fuerza de las armas. Su reinado, como será descrito en el Prefacio de la Misa, es un reino de "verdad y vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz.

En la narración grandiosa que nos presenta en la Misa el Evangelio de Matero, Jesús aparece en su prerrogativa real de juez supremo de la humanidad, porque a Él el Padre le ha dado todo poder. Es una escena que podría producirnos susto, sobre todo oyendo en la boca de Jesús esas expresiones: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno" . Pero pensemos que Jesús es juez, pero es también amor y misericordia sin límites. Y el criterio fundamental por el que É nos juzgará es el del amor. No nos pedirá si hemos hecho grandes cosas, sino si hemos amado concretamente a los más apurados, si en esas personas tan necesitadas que son sus hermanos, le hemos visto a El, y si los hemos ayudado como si le hubiéramos ayudado a El en persona.

Que esta fiesta, que el ver a Cristo como Rey nos lleve a reconocer su soberanía sobre nosotros, que dejemos que Él reine en nuestros corazones; que eso suponga que le vamos a servir sobre todo en el servicio por amor a los hermanos, que es el modo mejor de participar en su realiza divina, que deseemos vivamente colaborar para que el Reino de Cristo se proteja y se extienda cada vez más por el mundo.

¡Buena fiesta de Cristo Rey! ¡Buena actuación de siervos de ese Reino!