Al acercarse las fiestas, las maravillosas fiestas de Navidad y de Año Nuevo, me complace dirigir mi saludo a todas las personas de las queridas Islas de Ibiza y Formentera y enviaros mi felicitación en estos días tan entrañables y hermosos.
Me complace deciros; ¡Santa y Feliz Navidad! Y este deseo no es una formalidad, es algo que os digo con afecto y estima porque es algo que es posible, no es una teoría, no es una mera tradición, es posible que la Navidad sea un tiempo de santidad y de felicidad.

¿Es posible para una persona ser santo y feliz? No sólo es posible, es lo que tiene que ser. Y ello es posible porque Dios no esta lejos de nosotros: la Navidad nos trae la noticia de que Dios está cerca, más aún, se ha hecho hombre, es uno de nosotros que vive y nos enseña cómo hemos de vivir, Y viniendo nos ha enseñado cómo hay que estar en la vida terrena, como Él estuvo, empezando por Belén: con sencillez, para enseñarnos que no es buena la manía de poseer y acumular cosas para nosotros, cosas que con el paso del tiempo perderemos; con humildad para hacer frente al orgullo, declarando que el verdaderamente grande es aquel que abaja haciendo de la propia vida un don para los demás; lleno de bondad, enseñándonos así que los verdaderamente fuertes y grandes no son los prepotentes, los arrogantes o los violentos, sino aquellos que han entendido que la única fuerza vencedora es la bondad. Acercándonos a Belén esta noche podremos aprender todo esto, iremos caminando con santidad y felicitad.

Al desearos alegría y felicidad quiero recordaros el compromiso que tenemos todos de favorecer la alegría y la felicidad en las familias y en los diversos ambientes en los que nos movemos. Ese compromiso lo aprendemos desde Belén.

¡Que grande es la historia, que hermosa es la historia de Navidad!

La historia nos enseña que hace más de dos mil años nació un niño en Belén de Judea. Los documentos del censo que había mandado hacer el emperador Augusto declaran que ese niño era descendiente de la dinastía de David. Según las profecías del Antiguo Testamento el Mesías sería precisamente un descendiente de David. Ese niño que nació esta noche en Belén era el Mesías prometido y esperado. Y un ángel lo confirma a los pastores: “Os anuncio una buena noticia que será de alegría para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2, 10-11). Y con eso, como proclamaban los ángeles, hay Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que son amados por el Señor”. Se comienza así lo mejor para la historia de la humanidad.

Desde la primera Navidad Dios nos ofrece a su propio Hijo y no obliga a nadie a aceptarlo. Todo depende de la disposición de cada uno a saberlo apreciar y a querer acogerlo.

Por eso, mi invitación a la felicidad que os hago con ocasión de estas fiestas va acompañada de la indicación de un camino para esa felicidad. Ese camino es: dejarse siempre iluminar por Jesús, sin alejarnos nunca de Él ni de sus enseñanzas.

Dejarnos llevar por la alegría y la paz que trae Jesús. Hagamos estos propósitos esta noche contemplando a Jesús que ha venido. Será el regalo más grande que le hacemos a Él, correspondiendo así a su amor, es el camino para la felicidad que os deseo.

Amigos de Ibiza y Formentera, sin excluir a nadie, pensando en todos, en los jóvenes y en los ancianos, en los niños y los mayores, en las familias y en quienes están solos en estos días, en quienes están sufriendo y en quienes están llenos de dichas, en quienes estáis en los hospitales en estos días o enfermos en la propia casa, en los que estáis en el Centro Penitenciario, en los que os servís de Caritas y en los que colaboráis con Caritas para que Caritas pueda servir; en las familias que pasan por momentos difíciles y las que están bien organizadas y situadas, … a todos os digo:

¡Santa y Feliz Navidad! Que, iluminados por la fe, la esperanza y la caridad que, conocisteis desde jóvenes como provenientes desde la gruta de Belén, podías gozas de los dones navideños de la alegría y la paz. Que Jesús, al que empezamos a conocer en Belén como aquel que vino al mundo para servir y enseñar, os ayude y sostenga en el compromiso de servir bien a Dios y a los demás. ¡Feliz Navidad! Y que esa felicidad se prolongue a lo largo de todo el Año nuevo de 2015.