La normalización de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba se materializó el pasado día 16 tras una conversación telefónica entre Barak Obama y Raúl Castro. Por lo visto, el Papa Francisco ha sido un buen mediador entre los dos estados, pero los intelectuales cubanos, tanto en Miami como en la Habana, esperan una agitación cívica y cultural que podría llegar a ser insostenible para el régimen castrista. La noticia, sin duda, ha sido muy bien acogida en Cuba porque los ciudadanos están hartos de autoritarismo, de falta de libertades y de partido único: el comunista al estilo criollo. Naturalmente, todos los que han podido salir o escapar y pedir asilo en Estados Unidos y España ayudan a los familiares que mal viven en la Perla de las Antillas.

Ya sé que el castrismo y su revolución desatan pasiones, unas a favor y otras en contra, y yo no puedo olvidar que mi abuelo materno, de profesión «mestre d’aixa», construía barcos en Cuba, que mi padre también emigró a dicha isla y yo mismo me vi involucrado en el bloqueo naval ordenado por el presidente John F. Kennedy. Y es que estaba navegando en un buque sueco que había zarpado de Leningrado rumbo a la Habana. Posteriormente, y en muchas ocasiones, he pasado mis vacaciones en Miami y tengo muchos amigos cubanoamericanos. Quiero decir, que conozco bastante bien lo qué pasa en Cuba.

Tengo la creencia de que Obama y el Papa han sido realistas y que su intención es mejorar la calidad de vida de los cubanos y que a causa de la reacción popular, en un próximo futuro, el régimen castrista no tendrá más remedio que realizar una apertura y que los partidos políticos puedan ser legalizados al igual que se hizo, sin ir más lejos, en España.

Hay dos temas preocupantes y de los cuales no se suele hablar ni escribir en Europa ni tampoco, de manera incomprensible, en España. Me refiero a la libreta de racionamiento impuesta por el régimen castrista, creado por Fidel Castro en julio de 1963, que permite que no haya desnutrición, pero está lejos de ser eficaz para garantizar una buena alimentación. Y mientras en que la Unión Soviética pagaba los desaguisados del régimen castrista iban tirando, pero llegaron tiempos peores, ahora mismo, por ejemplo, en que el salario medio es de 20 dólares mensuales y la citada libreta de racionamiento le permite comprar a una persona cada mes 5 huevos, 5 libras de arroz, ½ libra de aceite, 1 paquete de café de 1/2 libra, 3 libras de azúcar blanco, 1 libra de azúcar moreno, ½ libra de frijoles, 1 quilo de sal cada seis meses, 1 caja de cerillas, 1 libra de pollo al mes, 3/4 de libra de pollo y se eliminó el pescado. Y también están racionados el pan y la leche.

En cambio, hay los supermercados denominados TRD (Tiendas de Recaudación de Divisas) en las que pueden comprar los extranjeros y los cubanos que reciben dólares del exterior de sus familiares o amigos. El tema es tan fuerte, tan vergonzoso, que un ciudadano asalariado debería reunir dos sueldos íntegros para poder comprar 800 gramos de queso o casi tres salarios para comprar un quilo de carne de ternera. Por otra parte, productos básicos como la leche, carne, agua, cepillos de dientes, etc., solamente pueden ser comprados en los TDR… si tienes dólares, claro.

Y nos queda el mito de la Medicina en Cuba. Conste que la información que se encuentra en la red [Martí noticias] me ha sido plenamente confirmada por mis amigos cubanos de Miami. Lo primero es que la dictadura no es capaz de tener agua corriente en los centros de asistencia, las salas de los hospitales están sucias, puertas y ventanas rotas y no pocos baños desaparecidos. Desde hace años, los pacientes tienen que llevar la ropa de cama y de dormir, también alimentos; y los medicamentos, para muchos enfermos internados, son enviados por sus familiares desde el exterior. Por añadidura, los productos para la higiene personal, así como los desinfectantes, están muy limitados.

Sin embargo, en Cuba hay hospitales con buenos equipos médicos y suficientes medicinas, siempre y cuando el paciente tenga «sólidos vínculos con la cúpula en el poder, sea un extranjero con dinero, o con el linaje político que la dictadura demanda». Por último, se dice en Cuba y en Miami que el llamado internacionalismo, inventado por los hermanos Castro, no tiene nada que ver con el humanismo. Deseemos, pues, que el Papa Francisco y Barak Obama hayan acertado.