Faltan menos de cuatro meses para las elecciones autonómicas y municipales y empezamos a tener claro por dónde van a ir las propuestas de las distintas opciones políticas.

En algunos casos porque son las de siempre, en otros porque son las que han expuesto en los últimos años y en partidos como el del PREF porque propuestas, lo que se dice propuestas, van a hacer pocas, ya que su estrategia consiste en intentar rascar algún concejal que les otorgue su condición de bisagra.

Y luego está Podemos, de los que todavía no conocemos nada que tenga que ver con algo parecido a un programa electoral. En este caso esperamos las ideas con máximo interés. Y no solo por las altas expectativas electorales que tienen, sino por las que genera el discurso rupturista de Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Pablo Echenique o Íñigo Errejón. Coger a ‘los de abajo’ y elevarlos a una línea imaginaria de igualdad rebajando a ‘los de arriba’ suena bonito y yo quiero verlo, pero eso debe tener una previa traslación al ámbito municipal y autonómico.

Acabar con los privilegios de los de siempre y redistribuir la riqueza es de justicia cósmica pero... ¿en qué se traduce eso cuando hablamos de Eivissa o Formentera? ¿Qué opinan los militantes de Podemos que residen en las Pitiüsas del turismo que recibimos? ¿Y del problema del emisario de Talamanca? ¿Qué debemos hacer con los residuos? ¿Y con el West End? Son preguntas a las que, de momento, no encontramos respuestas en los locales donde se reúnen los círculos de Podemos; eso sí, con cinco días de diferencia van a pasar por aquí tres aspirantes a liderar la organización en Balears. Será cosa del ‘timming’, pero empiezan a sobrarme las batallas orgánicas de unos políticos que, precisamente, llegaron anunciando que no harían política. Seguiré esperando.