No me resisto a hablar de la intervención de Pablo Iglesias el sábado pasado en La Sexta. La entrevista tuvo momentos vergonzosos, donde el líder de Podemos se mostró quizás cómo es en realidad. Despectivo, responde lo que quiere, no acepta las críticas y, lo que es peor, aún no se ha enterado que es un político que, como los demás, tiene que responder muchas cosas. Sí, Iglesias no es un aspirante a político. Es eurodiputado, con un buen sueldo, y aspira a ser presidente del Gobierno español. Sin duda, el momento más vergonzoso de la entrevista se produjo cuando Pablo Iglesias recordó que al periodista Eduardo Inda le llamaban Don Pantuflo. Llegó incluso a decirle: «calla Pantuflo». Un político que aspira a ser presidente del Gobierno no puede ir a una tertulia televisiva como si estuviera en una barra de bar con sus amiguetes de la Complutense de Madrid y descalificar a los que no piensan como él o a los que no le siguen la corriente. Vergonzoso lo de Pantuflo, pero más vergonzosas las explicaciones que Pablo Iglesias ofreció sobre los 425.000 euros que facturó su camarada Monedero por unos trabajos en Sudamérica. Tenemos que darle las gracias a Monedero porque pagó sus impuestos en España. Gracias Monedero y gracias Iglesias. Porque, como recordó el líder de Podemos, hubiese podido pagar los impuestos en otro país o incluso no pagarlos. Coño, pero si es lo que precisamente Podemos critica de los millonarios que se llevan el dinero al extranjero para pagar menos impuestos. En fin, que un par de apariciones más de Pablo Iglesias en televisión y pronto se va a caer el mito en este país. Si se esfuerza un poco y le llaman a más entrevistas, en las generales de noviembre no será ni una sombra de lo que ha sido. Tiempo al tiempo.