Este fin de semana tenemos una actividad buena y noble; el inicio de la Campaña 56 de Manos Unidas, que este año tiene como lema: «Luchamos contra la pobreza, ¿te apuntas?».

Manos Unidas es una Asociación de la Iglesia Católica que animada por la frase: «Declaramos la guerra al hambre», trabaja con generosidad y eficacia para la ayuda y desarrollo en países necesitados; actúa como una Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD), de voluntarios, católica y seglar.

Y en nuestra Diócesis de Ibiza desde hace años está, opera en todos las parroquias en las dos Islas, mueve a la gente a ser generosa y magnánima y con ese resultado cada año lleva a cabo proyectos de desarrollo en zonas carentes de cosas esenciales para la vida, para evitar el hambre. Con esas acciones, Manos Unidas en Ibiza y Formentera fomentan la expresión de la bondad de la gente de aquí y la ayuda a quienes en otros lugares lo necesitan. Es claro: la Iglesia católica promueve la caridad y la ayuda a los de dentro a través de Caritas y la ayuda a los de fuera con Manos Unidas. Obras son amores y no buenas razones, dice un refrán; pues bien, esas obras nos indican quién es la Iglesia; no falta quien nos critica, quien no le importa nada la Iglesia, quien quiere ponerle impedimentos…lo que se habla o se hace contra la Iglesia va también contra todos los que reciben beneficios de la Iglesia.

Ibiza y Formentera son conocidas en el mundo por muchas cosas; unas nos favorecen y otras nos perjudican. En lugares necesitados donde por medio de Manos Unidas se hace llegar ayuda y afecto, Ibiza y Formentera pueden ser conocidas como unas islas maravillosas también porque en ellas hay gente buena, generosa, solidaria, que quiere ayudar, con los medios que puede, a quienes lo necesitan.

Una de las cosas contra las que hay que luchar es el hambre en el mundo y desde la conciencia cristiana y humana hemos de hacer frente a ello.

Con el lema de este año: «Luchamos contra la pobreza, ¿te apuntas?» Manos Unidas afirma la que es posible ir haciendo que en el mundo, como Dios quiere y nos encarga a los hombres, desaparezca el hambre. Dios, que quiere a los hombres, a todos los hombres, que tiene confianza en ellos, en todos, les encarga, pues, que den de comer al que pasa hambre; y no sólo eso, sino que, promoviendo proyectos, se creen las condiciones para que el hambre desaparezca no sólo hoy, sino también mañana y en el futuro.

Los Evangelios nos presentan a Jesús dando de comer a quien pasaba hambre (Cf. Mt 14, 13.21; Mc 6, 30-44; Lc 9, 10-17; Jn 6,1-15). Jesús lo hace y nos pide a las personas, a sus hermanos y amigos que lo hagamos también; más aún, será lo que examinara de cada uno en el juicio final: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.». Entonces los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?» Y el Rey les dirá: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.» (Mt 25, 31-40) y ello es algo que no se puede dejar de hacer porque como sigue diciendo el Evangelio: «En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.» (Mt 25,45).

Los cristianos y los hombres y mujeres de buena voluntad tenemos que escuchar el clamor de los pobres que pasan hambre, promover el desarrollo integral y tener gestos de justicia, solidaridad y caridad a favor de ellos. Nunca acostumbrarnos a ser indiferentes, siempre ir caminando a ser solidarios. Cada paso en ese camino, cada ayuda a un necesitado es un paso que nos coloca más cerca de Dios. A vosotros pues, hermanos y amigos de Ibiza y Formentera: id caminando con Manos Unidas; es un camino que nos hace hermanos y responsables, con pocas palabras: nos hace mejores.

Quiero acabar esta breve reflexión manifestando mi agradecimiento y admiración a la Junta de Manos Unidas, a la presidenta Francisca Marí Tur; al sacerdote consiliario, Álvaro Enrique González, a todos los miembros que semana tras semana van trabajando y con alegría y admiración veo tantas veces en las oficinas del Obispado, a los que en cada parroquia trabajáis en ello en la jornada parroquial que a lo largo del año se va haciendo, a toda la gente que se une y colabora. Gracias a vosotros, y porque escucháis la Palabra de Dios que estimula luchar contra la pobreza cada año se pueden financiar los proyectos que nos encargan, es decir, que gracias a vosotros, hay gente de fuera de Ibiza y Formentera a la que se le ayuda a que no pase hambre. Ánimo y adelante.

Con mi afecto y bendición.