El viernes falleció David Carr. Era periodista y trabajaba en el New York Times. Seguramente algunos le pondrán cara y ojos si les digo que era uno de los protagonistas de Page One, el documental sobre el periódico New York Times emitido en 2010. Carr era el periodista especializado en medios de comunicación. Era un personaje singular. Con voz ronca, Carr reconocía que había estado enganchado a las drogas, que vivió al límite, e incluso fue detenido por posesión de narcóticos, pero por casualidades de la vida acabó en el New York Times. Y no era un periodista cualquiera. Era un ejemplo para sus compañeros; acudía a mesas redondas y pronunciaba conferencias sobre periodismo que no dejaban a nadie indiferente. Carr falleció en plena Redacción del New York Times, delante de algunos compañeros, con solo 58 años. Entre otros brillantes trabajos, Carr investigó su propia vida. Para ello, habló con antiguas novias y camellos que le suministraban droga. Se le conocía como el periodista que se investigó a sí mismo. Su trabajo consistía en investigar el periodismo desde un punto de vista crítico y riguroso. En una conferencia, ridiculizó al promotor de una web de noticias que pronosticaba que el NYT no tenía futuro como periódico. «¿Para qué comprar el diario si las webs llevan noticias y gratis?», argumentaba este pseudoperiodista. Carr enseñó un folio con la web de noticias, donde los lectores tenían que enlazar con otras webs para estar informados. Seguidamente, Carr mostró el mismo folio pero lleno de agujeros . «Sin estos diarios, la web sería como un queso gruyere. No tendría noticias propias», expuso ante el aplauso general. En una profesión en la que solemos mirarnos el ombligo demasiadas veces y que nos sentimos tan estupendos, revisar la vida de David Carr es un ejercicio imprescindible.