La mujer es el futuro del hombre. Esperemos que no sea un futuro demasiado lejano, por el bien de todos. El domingo se celebró el Día Internacional de la mujer (añadir ‘trabajadora’ sería un pleonasmo) y los medios se llenaron de artículos para conmemorarlo. Eso significa que éste llega a destiempo. Espero que disculpen la extemporaneidad, pero es hoy cuando me sale publicar una mínima reflexión.

El año pasado la Oficina de la Dona que depende del Consell de Eivissa atendió a 489 mujeres maltratadas, una treintena más que el año anterior. El aumento siempre va acompañado de la misma aclaración que pretende ser reconfortante, pero que a mí no me alivia más que superficialmente. Dice la responsable de la Oficina de la Dona que no es que haya más casos, que lo que hay son más mujeres que denuncian. Y yo me digo que si es cierto que no hay pruebas de que haya más casos, tampoco las hay de que haya menos y que sea como fuere son demasiados.

La mayoría de mujeres asistieron a la Oficina para denunciar malos tratos físicos y/o psicológicos. Es sin duda la forma de maltrato más repugnante, pero no la única. No acudieron a pedir ayuda al Consell ninguna de las mujeres que no ha conseguido este invierno firmar un contrato –sólo tres de cada diez nuevas contrataciones en las Pitiusas las firman ellas-. Tampoco aparecen en ningún registro oficial de ninguna oficina oficial el número de mujeres que han de trabajar 79 días más al año para cobrar lo mismo que un hombre. 79 días. Casi tres meses más. Dicen que habrá que esperar a finales de siglo para ver una sociedad donde hombres y mujeres cobren lo mismo por el mismo trabajo. Y eso es demasiado tiempo para una injusticia tan inmensa.