Este martes tuve el gran placer de entrevistar a María Gordillo Costa, una adolescente que con 16 años es una devoradora de libros que es capaz de terminar la saga de Harry Potter, siete tomos en total, en menos de dos meses, y que además de querer ser médico para ayudar en África (ahí queda eso), escribió una emotiva misiva a un soldado que ni siquiera conoce para el concurso Carta a un Militar Español.

Pero al grano. Aunque me impresionó hablar con María y ver como tiene la cabeza de «bien amueblada» también hubo una contestación suya que me causó desazón. Cuando aseguró que «hay muchos que creen que si lees a mi edad eres raro» me dió un vuelco el corazón y reparé en que lleva toda la razón. No sólo no es cierto, sino que es un fiel reflejo de nuestra juventud y demuestra que estamos haciendo las cosas muy mal para que casi no haya lectores y para que aquellos que lo hacen se consideren «raros». Es cierto que todo es muy distinto a cuando mis abuelos, mis padres o yo mismo era adolescente, pero me niego a pasar por el aro de los que ven lógico que cada vez se lea menos. Y es que me duele ver como niños de apenas tres años saben manejar con más soltura un teléfono móvil con pantalla táctil que un libro y me niego a que éste pueda quedar como un objeto de museo en detrimento de una máquina. Me rebelo contra todo ello porque presumo de tener una madre «rara» que también devora libros en unos días y porque fui un afortunado por tener un tio librero que me traspasó su pasión por los cómics y por sus novelas de los clásicos como Julio Verne, Emilio Salgari, Benito Pérez Galdós. Así que, ánimo María, yo no te considero «rara» sino toda una afortunada. Yo estoy contigo. Más libros y menos máquinas para los niños y adolescentes.