Piso de una habitación en el Passeig Marítim de Vila por 3.000 euros al mes, más gastos de comunidad. Estes es uno de los anuncios que puede encontrarse estos días en nuestro diario.

La situación empieza a ser de urgencia. Propietarios de pisos, conscientes de que en 4 meses pueden ganar el doble que si lo alquilasen todo el año, están en su pleno derecho de alquilar al precio que quieran y a quien quieran. Es el riesgo de la oferta y la demanda.

Si alguien alquila un piso de un dormitorio por 3.000 euros es porque seguramente hay una persona que está dispuesta a pagar ese dinero. No duden de que si no hubiese oferta, esos precios jamás se verían en los anuncios inmobiliarios. Ahora bien, este disparatado tablón de anuncios inmobiliario puede tener graves consecuencias sociales para las Islas.

Por ejemplo, que ningún trabajador de temporada pueda permitirse el lujo de venir en verano porque no encuentra un piso para alojarse cuatro o cinco meses. Imagino que no será nada agradable vivir en un cámping, si es que encuentran plaza, o en una cueva, por exagerar un poco.

El problema es que la ley permite alquilar un piso por un día si no se prestan servicios turísticos, es decir, si no se cambian las sábanas y no se limpia el apartamento. Un hotelero ibicenco me advertía hace unos días que es muy probable que la oferta de pisos para turistas supere en plazas la oferta de los hoteles. Sin duda, la cuestión es difícil de resolver porque la Ley de Arrendamientos Urbanos da pie a alquilar pisos por un día y, por lo tanto, los propietarios están en su pleno derecho de hacerlo. Mientras no se cambie esta ley, me temo que seguirán alquilándose mini pisos por 3.000 euros, habitaciones a cambio de sexo y cuevas con derecho baño comunitario. Todo es posible.