El ex presidente del Govern Gabriel Cañellas marcaba el camino el lunes cuando las heridas estaban todavía abiertas y muchos habían despertado pensando que el resultado electoral era una pesadilla. Lo que dijo Cañellas, un político que gobernó tres legislaturas y una por mayoría absoluta, es que había que cambiar las políticas y asumir responsabilidades. Por la tarde, Bauzá convocaba la ejecutiva y anunciaba su dimisión como presidente del PP balear. Después del verano se hará un congreso extraordinario para elegir al nuevo líder de los populares. El problema de Bauzá ha sido escuchar demasiado a los que tenía en el Consolat y muy poco a los demás, creerse que no cometía ningún error y que podía gobernar en contra de todos y por encima de todo. Un ex conseller me dijo una vez que Bauzá actuaba igual que Delgado, otro político que no destacaba precisamente por el diálogo y el consenso. El resultado lo hemos visto el domingo: muchos alcaldes han perdido la mayoría absoluta por la mala imagen de Bauzá, por el conflicto educativo, por no buscar puentes con los sectores afectados por los recortes, y por muchos errores más. No ha ganado la izquierda. Han perdido Bauzá y Rajoy por no aplicar una política de gestos, como pedía Vicent Marí por la mañana en unas declaraciones Y por no evitar conflictos, como reflexionaba también Sebastià Sagreras, alcalde de Campos, uno de los pocos que ha mejorado sus resultados y haber logrado, igual que Marí, mayoría absoluta. Los políticos que dirijan a partir de ahora las instituciones deberían tener en cuenta el fracaso de Bauzá. No se puede gobernar a la contra.