Que Pablo Iglesias pusiera a nuestras islas y a la Comunidad Valenciana como ejemplo de «excepcionalidad» se puede entender de muchas maneras. Ambas regiones siempre se han descrito, tal vez mirándose al espejo, como feudos ‘populares’, y razón no nos falta cuando el PP, aunque con matices, siempre ha sido la fuerza más votada en las dos regiones.

Pero si esta es la idiosincrasia con la que Podemos mira al Levante y a las islas, también debería mirar así a Madrid y por tanto la capital del estado tendría que estar inserta en la cabeza de Pablo Iglesias cuando habla de «excepciones», lo que, mirando las últimas noticias, parece no estar pasando.

Otro asunto que compartimos las dos comunidades es una sombra de sospecha constante por los escandalosos casos de corrupción que se han destapado relacionados la mayoría con aquellos fantásticos años de burbuja inmobiliaria y palacetes en el centro de Palma. Sin embargo, esta sombra es más que compartida con la práctica totalidad de las regiones de España, por lo que no nos convierte en «excepción» sino que nos hace ser uno más en la lista de la vergüenza que llena salas en las fiscalías del país.

El último punto, y que probablemente le guste más a Iglesias, es la presencia de fuerzas como Més en Baleares y Compromís en Valencia. Dos fuerzas con las que Podemos siempre han compartido muy buen feeling y con los que los se verían cómodos en un supuesto frente común para lograr tener la «legitimidad» de poder dirigir «el proceso de cambio a la izquierda de la comunidad». Esto último no lo he dicho yo. Lo dicen desde Més. ¿Les dará el tiempo la razón?