Estoy siguiendo con interés las negociaciones para futuros pactos, tanto en Eivissa, en Vila, como las que afectan al Parlament. Tengo que decir que, en principio, los asuntos que se debaten son recados a la madre superiora, propuestas inasumibles por las arcas públicas, y sobre todo destacan las derogaciones de leyes aprobadas por el Govern de Bauzá.

No sé cómo pagarán la renta básica de 500 euros que proponen Podemos y Més. Tampoco sé cómo se financiarán los 1.000 nuevos profesores para reforzar las actuales plantillas. E imagino que si aplican la ecotasa, llegarán a un consenso con el sector turístico.

Si era necesario un pacto con los docentes para aplicar el TIL, imagino que aplicarán la misma regla de tres con la ecotasa y los hoteleros. Y qué me dicen de eliminar los coches oficiales en el Ayuntamiento de Palma. Ya me veo al futuro alcalde de bus en bus para llegar a los actos públicos a tiempo, pero sobre todo me da pena el pobre chófer, que deberá ser despedido.

Son personas, como diría Armengol. Echo en falta que me hagan propuestas sobre cómo mantener la senda de la recuperación económica y qué harán para evitar los sueldos precarios, además de conocer las recetas para incentivar la inversión privada que parece que se había reactivado en los últimos meses. Soy es escéptico, lo reconozco, pero lo que me tranquiliza es que el nuevo Govern, cuando llegue al poder, se encontrará en caja con unos 200 millones de euros, nada que ver con el déficit de 1.000 millones que había hace cuatro años. No quiero ser aguafiestas, pero el futuro tiene muchos nubarrones. Los gestos están bien, pero hay que tomar decisiones valientes. Y de momento, muchas frases y pocas cosas concretas. Seguiré esperando y seré paciente.