De verdad que me da mucha pena lo de Cairn Energy, ellos que solo iban a lanzar un par de petardazos de aire comprimido, una cosilla de nada, que solo iba a desorientar a tres o cuatro delfines que ya andaban despistados; ellos, que iban a investigar en nombre del Gobierno de España, en nombre de nuestro amado ministro de Industria, Energía y (en último lugar) Turismo, las ingentes reservas de petróleo que se ocultan en nuestro subsuelo; ellos, los amigos de Cairn, ellos que nos iban a librar del yugo del turismo, ese negocio repugnante y apenas rentable que nos somete año tras año, ese mercadeo ridículo que es el turismo, que escasamente nos permite vivir comiendo guixesy sopa de ajo, ese estúpido trapicheo que sólo representa un ridículo 11% de la riqueza de España; ellos, los de Cairn, pobrecillos, dicen ahora que la administración española les ha dejado «en la más profunda de las indefensiones». Créanme: no estoy llorando, pero casi. Pobrecillos, los de Cairn Energy.

Ahora en serio: las Pitiüses y las Balears necesitan leyes que nos protejan de ‘cuestiones de Estado’ como las que pretendía impulsar el ministro de Industria José Manuel Soria. La asociación entre el ministro y la petrolera hubiera podido ser letal para nuestros intereses y para el medio natural (que, en este caso, vienen a ser lo mismo). Nos hemos librado de ésta, pero hay otras y vendrán más. No debemos detenernos hasta obtener el compromiso de todos, absolutamente todos los partidos, de que se legislará para prohibir las prospecciones en el Mediterráneo.