Eivissa y Formentera tienen un problema. Las instituciones pueden mirar hacia otro lado, aplazar las soluciones, pero tarde o temprano habrá que buscar una alternativa al vertedero. No es sostenible medioambientalmente, ni coherente, y tarde o temprano Europa obligará a buscar alternativas. Es cierto que la solución de transportar a Mallorca la basura es cara y dispararía el recibo, pero quizás podría ser la solución mejor para los ciudadanos pitiusos. Se pueden reciclar los residuos, pero siempre habrá una parte que tendrá que mantenerse en un vertedero o incinerar. Es evidente que el tratamiento de los residuos es caro. Que pregunten a los mallorquines, que cada año pagan cerca de 150 euros por la tasa de incineración y la recogida de residuos por vivienda, mucho más de lo que se abonaba cuando no había planta incineradora. Eivissa y Formentera deberán tomar una solución, pero debe ser su solución y no la que quieran desde Mallorca para no tener que inflar los recibos de los mallorquines por una excesiva ampliación de la planta de incineradora. Como ahora la planta se ha quedado grande por la irresponsabilidad política (o algunos turbios intereses) o se amortiza con más producción o la diferencia la pagan los ciudadanos. Una patata caliente, ha dicho Miquel Ensenyat, presidente del Consell de Mallorca, una patata que lleva cerca de dos décadas en marcha y que su partido ya conocía cuando asumió el poder en la institución mallorquina. Al margen de batallitas entre islas, Eivissa y Formentera deberán buscar una solución. El gobierno de Serra intentó ganar tiempo e interpreto que el de Vicent Torre hará lo mismo, pero el tiempo se agota. O se hace algo o alguien lo hará por nosotros.